Monasterio Santa Catalina de Siena - Córdoba

Familia Dominicana |  Monjas contemplativasMonasterio Santa Catalina de Siena

Fundado el 02.07.1613 - Incorporado a la Federación: 14.01.1969

Obispo Trejo 44 – Casilla de Correo 791 • X 5000 IYB – Córdoba
Tel.: (0351) 421 6503 – Fax: (0351) 422 6758 • E-mail: rosario.veritas@gmail.com

Un poco de historia

Cuarenta años de vida contaba la ciudad de Córdoba, fundada el 6 de julio de 1573, por don Jerónimo Luis de Cabrera, cuando tuvo lugar la fundación del primer Monasterio del país y primera comunidad religiosa femenina en la Argentina.
Fue su fundadora, doña Leonor de Tejeda y Mirabal, hija del Capitán Tristán de Tejeda y de doña Leonor Mejía y Mirabal. Estaba casada con el General Manuel de Fonseca y Contreras y no tuvieron hijos. Pero Dios puso en sus mentes y corazones, el deseo de perpetuarse espiritualmente, fundando un Monasterio bajo la advocación de Santa Catalina de Siena, de quien doña Leonor era sumamente devota. Al enviudar, se abocó de lleno a la tarea de la fundación. Por cédula del Rey Felipe III de fecha 6 de marzo de 1613, ya tenían la debia autorización.

Y se eligió la fecha 2 de julio, día en que la liturgia celebraba la Fiesta de la Visitación de María Santísima a su prima Santa Isabel, para que se efectuara la solemne ceremonia de la fundación, tan anhelada por doña Leonor y por el Señor Obispo, fray Hernando de Trejo y Sanabria. Éste, bendijo los doce hábitos blancos en una ceremonia llena de unción, a la que asistió toda la ciudad y al final, se entonó el Te Deum. se encaminaron hacia la puerta de la clausura, ingresando al nuevo monasterio, las monjas que por vez primera entonarán las alabanzas divinas e intercederán por sus hermanos los frailes, los hombres y las mujeres que forjaron los albores de nuestra patria.
El Monasterio quedó definitiva y canónicamente erigido por Bula del Papa Urbano VII de fecha 15 de julio de 1625, quedando organizada la vida de las monjas según el carisma de Santo Domingo. El ideal que alienta a todas las monjas, partiendo de doña Leonor de Tejeda, es el mismo: el amor, el encuentro y el diálogo orante con Dios. Ideal que invita a todas las monjas a ponernos en marcha y que da sentido a este caminar nuestro; senda que nos dice cómo hacer de nuestras vidas un continuo acto de amor cuyo influjo llegue, por la gracia divina y por el misterio de la comunión de los santos, a toda la humanidad.

 

Unidas en una sola alma y en un solo corazón, decimos con Santa Catalina:
«Derrama, Señor, mi corazón, sobre la faz de la Iglesia…»