San Vicente Ferrer, presbítero

Breve historia

 

Nace en Valencia en 1350 y con diecisiete años entra en la Orden viviendo con gran disciplina la vida regular dejando de ello un claro testimonio en su tratado titulado « Sobre, la vida espiritual », con una perfecta teología del apostolado y de deseo ardiente de perfección. Primeramente se dedicó a la enseñanza de la filosofía y teología, materias de las que publicó algunos tratados. Su pureza virginal, su carácter; franco y jovial y su amor por la austeridad lo habían preparado para una gran misión apostólica, que ya entre los anos 1380-1390, lo vio ocupado en numerosas misiones a él encomendadas por el cardenal legado Pedro de Luna y por el rey Juan I de Aragón. Ya en este periodo se dedicó a la predicación, en los primeros tiempos al lado del Papa en Avifié6n y luego en el sur de Francia y en el norte de Italia, Finalmente el amo 1399 se dedicó del todo al ministerio de la predicación itinerante, como « legado de parte de Cristo» ya que, como él mismo testifica en carta al antipapa Bene dicto XIII, había recibido del mismo Cristo este encargo.

Combatió con enorme esfuerzo la situación de división de la Iglesia en el cisma de Occidente, dejando finalmente al antipapa, de parte del cual estuvo de buena fe por un tiempo. Fue el mas popular y eficaz predicador de su tiempo, que electrizaba las masas y que afirmaba su predicación con estrepitosos milagros. Su acción apostólica se extendió desde Granada, entonces sarracena, por toda España, hasta Suiza, Holanda e Inglaterra dejando en todas partes una profunda impresión, renovando espiritualmente enteras regiones y llevando por todas partes la paz y la unidad.

Murió en Vannes (Francia) el 5 de abril de 1419 y allí se venera su cuerpo. Fue canonizado por Calixto III el 2 de junio de 1455. La devoción a san Vicente a causa de su poder taumatúrgico es todavía vivísima en Europa y en América.

 

Liturgia de las Horas

 

Del Común de pastores o de religiosos.

Invitatorio

Ant. Venid, adoremos a Cristo el Señor que ha de venir en gloria. (T.P. Aleluya)
O bien: Adoremos a Cristo, nuestro Salvador, cuya venida gloriosa anunció san Vicente. (T.P. Aleluya)

Oficio de lectura

Himno
En este día Vicente,
a tu triunfo has llegado,
la santidad de tu vida
ya recibe su corona.

La muerte y el mal vencidos,
de las tinieblas del mundo,
pasas a la luz del cielo;
el mismo Cristo te aplaude.

Brillas vestido de gloria
con los ángeles del cielo;
fuiste testigo admirable
de la fe de Jesucristo.

Ahora Vicente conoce
que su esperanza se cumple,
que Cristo Juez ya le ha dado
el premio de sus fatigas.

A ti, Redentor, la gloria
poder, honor y victoria,
pues tu reinas sobre todo,
por los siglos de los siglos. Amén.

Segunda lectura
De los Sermones de san Vicente Ferrer, presbítero

(Sermo unicus in feria IV Paschae, ed. Friessem, Coloniae Agrippinae 1675, pp. 968-970)

Cristo resucitado es modelo de toda condición humana

Después de la resurrección, Cristo se presenta a sus discípulos y amigos bajo tres semblanzas o figuras. En primer lugar bajo la forma de peregrino luego bajo la forma de jardinero y finalmente, bajo forma de mercader. Se puede deducir que no se presentó en otras formas para poder de este modo ex. presar las tres formas de vida que había tenido en este mundo: él efectivamente fue peregrino en el tiempo que pasó en la tierra; fue jardinero en su predicación y fue mercader en su pasión.

Respecto a la condición de peregrino se ve que no quiso tener en esta tierra ni casa, ni habitación propia, sino que prefería andar de casa en casa. Y gustaba repetir: Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza. (Mt 8, 20) Esta por tanto fue su vida de peregrino.

En su predicación se comportó como jardinero. El jardinero debe desarraigar las malas hierbas y plantar las buenas, como efectivamente Cristo lo hizo. Mediante la azada de su lengua predicó y con la de su vida ejemplar desarraigó del corazón de los hombres la mala hierba de los errores, de los pecados y de las falsas creencias y en ellas plantó la virtud. Por ello Dios Padre había dicho: Mira: yo pongo mis palabras en tu boca —aludiendo a su predicación y te establezco sobre pueblos— y reyes para arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para edificar y plantar. (Jr 1,10)

En tercer lugar Cristo aparece en su pasión como atento mercader, ya que adquirió con el precio de su sangre todo el género humano diciendo al Padre: « Recibe, Padre, este precio como redención. » A esto alude Pedro: Ya sabéis con qué os rescataron de ese proceder inútil recibido de vuestros padres, a precio de la sangre de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha. (1 P 1, 18)

Mirad como se puede resumir toda la vida de cristo Y de ello se deduce que también nosotros debemos ser como peregrinos en nuestra forma de vida, jardineros en nuestro trabajo; mercaderes en saber perseverar. Ya dijo san Gregorio Magno que cada acción de Cristo es una enseñanza para nosotros. Este mundo es, en efecto, como una casa con dos puertas: una para entrar y otra para Salir, es decir: el nacimiento y la muerte. Y que nadie se haga ilusiones, pues absolutamente todos nos encontramos en el mundo como peregrinos y viajeros. Por tanto no debemos ocuparnos de cosas inútiles, justamente como tampoco los peregrinos se preocupan de lucir vestidos preciosos, ni se fijan en naderías, sino solamente en lo necesario. Porque forasteros y huéspedes somos delante de ti, como todos nuestros padres. (1Cr 29, 15) Peregrino se juzgaba el mismo David, rey poderoso y glorioso, que afirmaba: Porque yo soy huésped tuyo, forastero como todos mis padres. (Sal 38, 13) Como todos mis padres: no consta, en efecto, que alguno de los padres antiguos haya construido casa, pues los que edifican casas no se consideran peregrinos sino ciudadanos del mundo. Justamente a éstos se dirige san Pedro: Como forasteros en país extraño os recomiendo que os apartéis de los deseos que os hacen la guerra. Vuestra conducta entre los gentiles sea buena. (1P 2, 11) Y san Pablo: Sabemos que mientras vivimos estamos desterrados lejos del Señor. (2 Co 5, 6)

Debemos también ser como jardineros, pues cada uno de nosotros tiene un campo, su cuerpo, es decir, la vida presente. Por ello cada cual debe estar atento y comprobar si en él se dan hierbas malas, es decir, la soberbia y otros vicios, para desarraigarlos con la azada del discernimiento y plantar en su lugar la humildad y las demás virtudes.

Finalmente debemos actuar como mercaderes previsores, perseverando en una vida santa, para que a] término de nuestro viaje, cuando el alma se separe del cuerpo, podamos entrar en la vida del cielo. Cristo es el comprador, el hombre es el revendedor, el ángel de la guarda el mediador. Y el ángel preguntara: « ¿Qué ofreces a Cristo para obtener la gloria? » Y el buen religioso responderá: « Toda mi vida, que he pasado observando mi profesión. » Y Dios se mostrara satisfecho de este precio. Lo mismo será para un sacerdote secular o para un seglar. El seguir de cerca a Cristo es garantía segura del premio, conforme a cuanto el mismo Jesús afirma: Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrancará de mi mano. (Jn 10, 28)

Responsorio                                                                                                                  Ap 3, 12; 2,5
V. Al que salga vencedor lo haré columna en él santuario de mi Dios, dice el Señor. * Grabaré en él el nombre de mi Dios, el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén. Aleluya.
R. Al vencedor le daré a comer del Árbol de la vida que está en el paraíso de mi Dios. * Grabaré en él el nombre de mi Dios, el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén. Aleluya.

Otra
Del Sermón sobre san Vicente Ferrer de san Luis, presbítero

(San Luis Bertrán, Tratados y Sermones, Valencia 1972, pp. 302; 312-314)

San Vicente es el Ángel del Apocalipsis

Luego vi otro ángel que volaba por lo alto del cielo y tenia una buena nueva eterna, que anunciar a los que están en la tierra, a toda nación, raza, lengua y pueblo. Decía con fuerte voz: «Temed a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su Juicio; adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales de agua.» (Ap 14, 6-7)

Estas palabras son una revelación que tuvo san Juan apóstol y evangelista, en la que le descubrió Dios quienes habían de ser en su Iglesia los predicadores, y el bienaventurado y glorioso padre san Vicente Ferrer, natural de Valencia, religioso de nuestro hábito y de mi casa. ¡Oh bienaventurado padre, que vos sois ese ángel que volaste por medio del cielo de la Iglesia! Porque a la verdad es él a la letra el ángel, que tantos años antes que él naciese, vio san Juan y profetizó de él lo que todos sabemos, había de volar por medio de la Iglesia, con el Evangelio eterno en sus manos y boca, para haber de predicar, como predicó a todos los que estaban sentados sobre la tierra y a todas las tribus y gentes y lenguas, y pueblos, diciendo con aquella voz de trompeta, que Dios le dio tan sonora, que hubo quien le oyó de mucha distancia: Temed a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su Juicio. En que se suma todo cuanto uno es obligado de hacer para salvarse, porque el temor es el primero de todo nuestro bien, y la gloria de Dios es el fin de toda cuanto bueno hiciéramos: Hacedlo todo para la gloria Dios (1Co 10, 31) Con las cuales palabras, acompañando la vida a su doctrina, hizo tan gran fruto que convirtió pasados de ciento y cincuenta mil almas.

Dice san Juan de este segundo ángel, que él vió que volaba. El predicador ha de volar, ha de estar muy levantado de la tierra; ha de decir con san Pablo: Nosotros somos ciudadanos del cielo. (Flp 3, 20) Toda nuestra conversación, nuestro trato, nuestro hecho es allá. Han de volar los predicadores y por eso, contemplando su vuelo, Isaías dice: ¿Quiénes son ésos que vuelan como nubes y como palomas al palomar? (Is 60, 8) Nosotros que nos casamos y habemos de tener cuidado de casa, mujer e hijos y de nuestras haciendas, aun vamos sobre la tierra, pero estas nubes, éstos que llevan agua de la doctrina evangélica, vuelan muy alto; porque todo lo menosprecian, a todo lo dan de mano y van discurriendo y llevando agua de doctrina saludable. Han de ser como el águila que vuela sobre sus pollitos, y sobre sus pajaritos para que también vuelen ellos: Como el águila incita a su nidada revolando sobre los polluelos. (Dt 32, 11) Ha de levantar del suelo a los pajaritos, los que oyen su doctrina, con su ejemplo: halos de alzar de la tierra y dar alas con que vuelen a las cosas del cielo.

Ha llegado la hora del juicio. Esta es una de las cosas que mas fuerza hacen a los hombres, saber que Dios les ha de tomar cuenta, y ha de pagarles conforme a sus obras. Esta hora viene en postas. La hora del juicio particular cada día vemos que viene, hoy a mi, mañana a ti. La del universal no sabemos si será tan presto; pero según el mundo esta envejecido no puede tardar mucho. Para anunciar al mundo qué se llega a esta hora fue enviado el glorioso san Vicente. Y así fue éste el tema de sus sermones. Es él el Ángel que voló por lo alto del cielo. Ángel en la vid porque con ser nacido en Valencia; y en esta calle y casa donde esta hoy su cofradía, y de padres valencianos y naturales de la tierra, de los cuales aún entiendo que hay parientes, con ser de vuestra carne y sangre, fue de tan limpia vida que conservó su virginidad enterísima, todos los días que vivió, que fueron setenta y cinco años, cosa más angélica que humana.

Quién pudiera decir algo de la humildad tan grande que tuvo; y aun por eso no cayo. El que no se remonta, anda llano no por los despeñaderos, sino por el suelo. No hay que caer. No querais saber mas para entender su humildad, sino que nunca Cayó. Y pues él nunca cayó, bien podía decir: Señor, mi corazón no es ambicioso. (Sal 130, 1) Ni con hacer tantos milagros; ni despoblándose el mundo por irle detrás Oyendo sus sermones; premiándole los reyes, los pontífices; adorándolo todo el mundo; siempre humilde; siempre sintió de si lo que había de sentir. Su penitencia maravillosa, vestido de cilicio, que hoy día esta en pie. Tenemos siete meses de ayuno, y él ayunaba todo el año. Con el primer plato que le ponían en la mesa, se contentaba comiendo pan, lo que habita menester para su cuerpo. Carne no había remedio que llegase a su boca, sino cuando estaba enfermo y entonces era menester que se la disfrazasen de manera que no la conociese.

Tuvo gran penitencia y gran benignidad y nadie le vio enojado, sino contra los vicios. Gran caridad, pues consagró toda su vida a la salvación de las almas. Esta es nuestra profesión, por eso no quiso aceptar ninguna dignidad. Ángel en la vida y ángel en el oficio: porque fue un embajador enviado por Dios para que despertase el mundo, que en aquellos días estaba muy dormido, con su ejemplo y su predicación. Y pues Dios lo hizo tal para que nos persuadiese que lo temiésemos, temamos a Dios; estimémoslo; nadie se descuide de su alma; nadie ponga su salvación en quizá; no sea el sermón cumplimiento: despertad por reverencia de Dios y despertemos todos, pongamos a este nuestro patrón, a este nuestro santo por intercesor para que sean remediadas las necesidades temporales, como las espirituales para que tengamos aquí gracia y después gloria.

Responsorio                                                                                                                     Ap 14, 6-7
V. Vi otro ángel que volaba por lo alto del cielo y tenía una buena nueva eterna que anunciar a los que estaban en la tierra. * Decía a toda nación, lengua, pueblo y raza, con fuerte voz. (T.P. Aleluya.)
R. Temed a Dios y dadle gloria, pues ha llegado la hora de su Juicio. * Decía a toda nación, lengua, pueblo y raza, con fuerte voz. (T.P. Aleluya.)

Laudes 

Himno
Rompan los fieles a cantar gozosos,
un himno que resume en los espacios,
ya que un nuevo intercesor ante el gran Juez
tiene el mundo.

Todo el orbe, Vicente, te celebra,
acoge tu benigno el canto alegre,
que el coro de los fieles hoy te canta,
lleno de gozo.

Movido por el cielo te entregaste
al estudio de la verdad sagrada,
que, como luz del mundo, ardiendo en celo
luego predicas.

Anunciaste cercano el fin del mundo,
y a Cristo, Juez supremo de los hombres;
predicaste que a Dios los pueblos teman
con temor santo.

En verdad, el segundo ángel eras,
que la altura del cielo atravesaba,
anunciando a los pueblos de la tierra
la hora del Juicio.

Honor por siempre y gloria a Cristo sean,
también al Padre y al eterno Fuego,
que con su poder rigen inmutables
el orbe entero. Amén.

Salmodia

Antífona 1
Ser. A Mirad, vendrá el rey excelso, con gran poder, para salvar a todos los pueblos. (T.P. Aleluya.)
Ser. B Era hombre de vida evangélica, predicador maravilloso de Cristo; mantuvo en alto su ideal con la gracia del Espíritu. (T.P. Aleluya.)

Antífona 2
Ser. A Destilen los montes alegría y los collados justicia, porque el Señor, luz del mundo, llega con poder. (T.P. Aleluya.)
Ser. B De virginidad esplendente por gracia divina; expulsa de los endemoniados al enemigo; viviendo con gran humanidad, da salvación a todos los oprimidos. (T.P. Aleluya)

Antífona 3
Ser. A Purifíquense los corazones para la venida dl Rey supremo, caminando preparados a su encuentro, porque vendrá sin tardar. (T.P. Aleluya.)
Ser. B La voz alegre de los que salmodian ensalce al Rey de la gloria pues hoy glorificó a Vicente entre los santos. (T.P. Aleluya.)

Lectura breve                                                                                                   Is 61, 1-3a. 6a. 8b-9
El Espíritu del Señor esté sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos y a los prisioneros la libertad; para proclamar el año de gracia del Señor, el día del desquite de nuestro Dios; para consolar a los afligidos de Sión; para cambiar su ceniza en corona, su traje de luto en perfume de fiesta, su abatimiento en canticos.

Responsorio breve
V. Dejad que el Espíritu renueve vuestra mentalidad. * Aleluya, aleluya.
R. Dejad que el Espíritu renueve vuestra mentalidad. * Aleluya, aleluya.
V. En justicia y santidad verdaderas.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Dejad que el Espíritu renueve vuestra mentalidad. * Aleluya, aleluya.

Benedictus
Ant. Celebre la asamblea de los fieles este día con nueva alabanza de acción de gracias en el que Vicente, heraldo del Evangelio, recibió el premio de la doble corona. (T.P. Aleluya.)
O bien, especialmente con canto: ant. Vigilad con atención: el Señor nuestro Dios está cerca. (T.P. Aleluya.)

Preces propias, o del Común de pastores.

Oración
Oh Dios, que con la predicación del bienaventurado Vicente nos enseñaste a recorrer el camino hacia la patria celestial esperando al Salvador; te pedimos humildemente nos concedas con su ayuda que, fervorosos en el amor y servicio, no busquemos en la tierra nuestra morada definitiva y tendamos a la del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.

Vísperas 

Himno
Creador de todo, redentor del mundo,
Oh Cristo Rey de reyes, Juez temible,
recibe con clemencia nuestras preces,
y alabanzas.

A San Vicente nuestras alabanzas
hoy entonamos; haz que le sean gratas;
nuestra armonía sea siempre plena
por su plegaria.

Concédenos vivir en santidad,
y que por nuestras obras merezcamos,
superada la muerte, y por tu gracia,
la vida eterna.

Atentos escuchemos a Vicente
que el divino temor fiel nos anuncia
y en nuestras manos lámpara encendida
siempre llevemos.

Alabanza y gloria sean al Padre
y asimismo a ti, Cristo, Juez piadoso,
y del Espíritu Santo la gloria
invada el mundo. Amén.

Salmodia

Ant. 1 Soy ministro del Evangelio por la gracia que Dios me dio. (T.P. Aleluya.)
Ant. 2 Mira, puse mis palabras en tu boca y te nombré profeta de los gentiles. (T.P. Aleluya.)
Ant. 3 Alumbre así vuestra luz a los hombres para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo. (T.P. Aleluya.)

Lectura breve                                                                                                     2P 3, 10. 13-15a. 18
EI día del Señor llegara como un ladrón. Entonces el cielo desaparecerá con gran estrépito; los elementos se desintegraran abrasados y la tierra con todas sus obras se consumirá. Pero nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en que habite la justicia. Por tanto, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él, inmaculados e irreprochables. Considerad que la paciencia del Señor es nuestra salvación. Creced en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a quien sea la gloria ahora y hasta el día eterno. Amén.

Responsorio breve
V. Contad a los pueblos la gloria del Señor. * Aleluya, aleluya.
R. Contad a los pueblos la gloria del Señor. * Aleluya, aleluya.
V. Sus maravillas a todas las naciones.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Contad a los pueblos la gloria del Señor. * Aleluya, aleluya.

Magnificat
Ant. El bienaventurado Vicente, como predicador admirable del Evangelio de la salvación, anunció la plenitud de vida que nos traerá el encuentro contigo: por tanto nos alegramos en ti, Salvador nuestro. (T.P. Aleluya.)
0 bien, especialmente con canto: ant. Vicente nos sea propicio al atardecer de nuestra vida, llevándonos por Camino seguro al encuentro con Cristo. (T.P. Aleluya.)

Preces propias, o del Común de pastores.

Oración
Dios todopoderoso, tu que elegiste al bienaventurado Vicente ministro de la predicación evangélica concédenos la gracia de ver glorioso en el cielo; nuestro Señor Jesucristo, cuya venida a este mundo como juez, anunció Vicente en su predicación. Por el mismo nuestro Señor Jesucristo.

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