Guía para rezar los misterios gloriosos
1. La Resurrección del Señor
Mateo 28, 1–6
“Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Ángel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos. El Ángel dijo a las mujeres: «No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho”.
(Hacemos un momento de silencio contemplativo)
Intención: Te alabamos Señor porque con tu resurrección cubriste al hombre de gloria y dignidad. Hoy ha sido elevado a los altares este querido hermano en la Orden, nuestro amigo Pier Giorgio, con el corazón lleno de alegría te damos gracias por ello y te pedimos la gracia de llegar como él a la compañía de los santos, siguiendo el camino de las bienaventuranzas.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
2. La Ascensión del Señor
Marcos 16, 14-15.19
“En seguida, se apareció a los Once, mientras estaban comiendo, y les reprochó su incredulidad y su obstinación porque no habían creído a quienes lo habían visto resucitado. Entonces les dijo: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. […] Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios.”
(Hacemos un momento de silencio contemplativo)
Intención: En este misterio queremos pedirte Señor por todos los que no creen en Ti, o viven en las tinieblas del error. Danos el deseo y la fortaleza para predicar tu Evangelio, a ejemplo de nuestro Padre Domingo y de San Pier Giorgio, que no dejaba de hablar de Dios a todas las personas que encontraba. “Vivir sin una fe, sin un patrimonio que defender, sin una lucha continua por la Vedad, no es vivir sino ir tirando…”
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
3. La Venida del Espíritu Santo
Hechos 1,14. 2, 1–4
“Todos ellos, íntimamente unidos, se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos. (…) Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo”.
(Hacemos un momento de silencio contemplativo)
Intención: En este misterio te pedimos por los preferidos de Pier Giorgio, por los que sufren, especialmente los pobres. Como nos recuerda el testimonio de sus amigos: “subió las estrechas y oscuras escaleras; entró en los desvanes, donde sólo habitan la miseria y el dolor; trajo la ayuda que alimenta y pronunció la palabra que consuela.” “Todo lo que tenía en el bolsillo era para los demás, como todo lo que guardaba en el corazón”. «Recuerda siempre que es a Jesús a quien vas —le dijo a un amigo—. Veo una luz especial que no tenemos, alrededor de los enfermos, los pobres, los desafortunados».
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
4. La Asunción de María
Salmo 45, 10. 14-15
“Una hija de reyes está de pie a tu derecha: es la reina, adornada con tus joyas y con oro de Ofir. Embellecida con corales engarzados en oro y vestida de brocado es llevada hasta el rey”.
(Hacemos un momento de silencio contemplativo)
Intención: Confiados a la amorosa intercesión de María te pedimos ahora por todos los que en este momento están sufriendo a causa de la guerra y la violencia. Pier Giorgio siendo aún muy joven manifestó que hubiese dado su vida para que se acabara la guerra, y tuvo siempre una especial atención hacia los soldados que volvían del frente y sus familias. Trabajó por la paz en distintas asociaciones civiles. Ayúdanos a seguir su ejemplo y ser trabajadores de la paz en nuestras familias, nuestros ambientes y en el mundo entero.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
5. La Coronación de María como Reina de todo lo creado
Apocalipsis 12, 1
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza”.
(Hacemos un momento de silencio contemplativo)
Intención: Te pedimos María que nos ayudes a cooperar para que tu Hijo Jesucristo reine en todos y en todo, que las cosas temporales se ordenen al bien eterno. Como decía nuestro Santo: “La limosna no basta, necesitamos una reforma social”. Danos, Señor una mirada contemplativa como la de Pier Giorgio que se conmovía ante las praderas florecidas, y te encontraba en el silencio de sus amadas montañas. Que descubramos tu mano creadora y providente en la belleza de la creación y nos comprometamos en su cuidado, que nuestro corazón no deje nunca de tender hacia lo alto y que allí lleguemos con tu ayuda.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Rezamos por las intenciones del Santo Padre y por toda la Iglesia.
Padre Nuestro, 3 Ave María, y Gloria.
Letanías a la Virgen extraídas de los escritos de Santa Catalina de Siena
María, templo de la Trinidad, ruega por nosotros.
María, portadora del fuego
María, carro de fuego
María, dadora de misericordia
María, cultivadora del fruto
María, redentora de la generación humana
María, mar pacífico
María, dadora de paz
María, tierra fecunda
María, planta nueva de la que obtuvimos la flor fragante del Verbo
María, dulce campo donde el Verbo fue sembrado e injertado en tu carne
María, árbol que tiene en sí el injerto
María, vaso de humildad
María, el libro en el que hoy está escrita nuestra regla
María, en ti está escrita la Palabra de la que tenemos la doctrina de la vida.
María, tú eres la mesa que nos ofrece esa doctrina
María, bendita entre todas las mujeres
María, nos diste de tu harina.
María, cera tibia que has recibido la huella del deseo y amor de nuestra salvación.
María, moldeada por el Espíritu
María, cebo colocado para atraer a las criaturas racionales a la salvación
María, hecha escalera para poner a tu Hijo en la cruz
María, dulcísima y queridísima madre
María, la voluntad del Hijo ha permanecido en ti
María, herida por el cuchillo del odio al pecado
María, herida con el cuchillo del amor por nuestra salvación
María, Madre de caridad inconmensurable
María, por ti Domingo fue ofrecido al mundo