Verso l ´alto
El texto de San Lucas (14, 25-33) se dirige a los que tienen la intención de llegar a ser discípulos de Jesús. Sucede que como relata el evangelio, muchos caminaban con Jesús, eran multitudes, pero en verdad muy pocos eran sus discípulos. Por eso las palabras de Jesús de hoy los desalienta, porque evita que se piense que todos los que están con Jesús son sus discípulos.
El antecedente a estas palabras de hoy está justo antes. Jesús dijo, en el pasaje anterior, una parábola en que invitaba a la boda, es decir, al cielo, pero los invitados no quisieron ir. Entonces la parábola dice que hizo entrar a todos los que pasaban por ahí; es decir, la parábola anterior, nos recuerda que el llamado de Dios es universal. Para todos. Pero como entra cualquiera, uno puede pensar que no hay condiciones para entrar. Por eso a continuación, lo que leímos hoy, nos expresa cuáles son las condiciones:
La primera condición es “odiar padre y madre”. Es decir, se los debe amar menos que a mí, sino no es digno de mí. Está diciendo que aún frente a amores, hermosos como de un padre o madre (hay un mandamiento) a quienes tenemos que amar mucho, sin embargo, a Cristo tenemos que amarlo más. Tiene precedencia.
Segunda condición: “cargar la cruz”, es decir aceptar el ser menospreciado. Porque la vivencia de la palabra de Jesús es algo que necesariamente molesta en el ambiente en el que no reina la gracia. Se sublevan, incomoda y lleva reacciones contra los cristianos que suponen ser burlados, perseguidos, maltratados. Es la cruz.
Tercera condición: Renunciar a todo. Los apóstoles que seguían a Jesús sabían lo que era ser nómade. Porque para seguirlo en sus viajes suponía el renunciar a su casa, sus cosas, trabajos. Sino no podían seguir a Jesús en sus visitas que era siempre algo novedoso y desconcertante. Aquí apunta a que el discípulo no puede vivir egoístamente con sus cosas y su dinero sin preocuparse de los demás. Es una condición del discípulo el ser solidario.
Ahora, escuchando estas condiciones para seguir a Jesús, muchos de nosotros podemos experimentar que no tenemos fuerzas suficientes para sostener estas actitudes, o que nos sentimos débiles. Pero Dios mismo, como dice San Pablo a los filipenses, nos da el querer y el poder. Por eso la gracia de Dios nos abre a la generosidad y nos mueve a la santidad. Nos ayuda mucho a nosotros, en nuestra fragilidad, ver ejemplos concretos de cómo otros cristianos, igual que nosotros, con nuestras mismas luchas lo vivieron.
Hoy la Iglesia al canonizar a Pier Giorgio Frassati nos lo está presentando como verdadero discípulo de Jesús. Él nos muestra, de modo concreto, cómo vivir estas dimensiones que pide hoy Jesús en el evangelio:
Respecto de la primera: la precedencia del amor de Dios. Pier Giorgio centró su vida en Jesús, especialmente en la eucaristía y la oración cotidiana. Tenía una profunda devoción a la Santísima Virgen María y lo vivía con el rezo del Rosario. Su padre, lo combatía y burlaba, pero Pier Giorgio, lo respetaba y no contestaba. Su misma madre no entendía ni la austeridad de su hijo ni sus amistades con los pobres. Pier Giorgio siempre puso en primer lugar al Señor, antes que a sus padres, aunque los obedeció y ofreció a Dios ese dolor. También experimentó muy fuertemente el amor a una mujer, Laura Hidalgo. Lo comenta en sus cartas y se lo confiesa a su hermana. Pero renuncia a expresarlo y decirle a ella, en parte por la oposición de los padres, pero sobre todo para poder entregarse más libremente a Dios en el servicio a los demás.
Segunda condición: cargar con la cruz, en la universidad donde estudia Ingeniería se muestra como católico y promueve actividades espirituales en la universidad que lo enfrenta con comunistas y fascistas. (y no sólo de palabra). Es perseguido por ellos hasta en su casa dónde un escuadrón fascista ingresa para destruir la casa y los frena Pier Giorgio con un bastón en mano. Aceptó las consecuencias de ser católico, el maltrato, los insultos y buscó siempre la justicia.
Tercera condición: renunciar a todo, Pier Giorgio entregaba su dinero y hasta sus zapatos a los pobres. Se lo veía empujando carros de los sintecho buscándoles una casa para dormir. Siempre llegaba tarde a casa a los horarios de comida, por ayudar a los pobres. Pier Giorgio era dominico y acompañaba a un fraile dominico en la catequesis en los barrios más pobres para defenderlo de los comunistas. Él mismo daba catequesis. Pier Giorgio es un testimonio de compromiso social, compromiso político, compromiso militante en la Tercera Orden y de compromiso universitario. Renuncia a todo por servir a los demás.
Si, Pier Giorgio es santo, nosotros no. Pero para poder alcanzar la meta tenemos que intentar vivir estas dimensiones, tal vez no heroicamente como Pier Giorgio pero si en un esfuerzo constante, movidos por la gracia de Dios, y no sólo con nuestras pobres fuerzas.
Termino con dos frases de él que pienso son una síntesis de este nuevo santo:
Decía Pier Giorgio: “Jesús me visita cada mañana en la comunión; yo le devuelvo la visita con mis pobres medios entre los pobres”.
Y como le gustaba mucho escalar, tenía un grito con el que motivaba a los compañeros a subir, pero que expresa su deseo de ir siempre hacia Dios: ¡Verso l ´alto: Hacia lo alto!
Fray José María Cabrera OP
Buenos Aires