Día segundo

Reflexión
Uno de los principales legados que nos dejara nuestro Padre Santo Domingo cobra hoy más fuerza que nunca: Hablar con Dios y de Dios….

Hablamos con nuestro Señor cada vez que nuestras manos se unen y nuestras almas se elevan en actitud de oración. Porque eso hacemos cada vez que rezamos, hablamos con Dios….

Ya sea en la Santa Misa, la oración más importante de todas, hasta la frase más sencilla pero que con verdadero amor brota de la humildad del corazón. Y también cada vez que hacemos algo, por más pequeño que sea, para cumplir la Santa Voluntad de Nuestro Padre Celestial y darle gloria. Todo eso es oración….

Es así que dentro de la multiplicidad de formas de oración que el Espíritu Santo nos inspira y anima a elevar a Dios, rescatamos una vez más el Santo Rosario, esa maravillosa plegaria integral que nos regaló la Santísima Virgen a través de Nuestro Padre Domingo….

Cada cuenta que pasa por nuestras manos cada vez que rezamos el Santo Rosario, es también una palabra de hijos que se eleva al Cielo hasta llegar al corazón amoroso de Dios. Y el Padre, como siempre, nos responde y brinda las gracias o ayuda necesaria para alcanzar aquello que le pedimos o simplemente necesitamos….

Y el mundo necesita hoy más que nunca a Dios. Necesita volver a Dios para recuperar la vida verdadera que en estos momentos añora. Necesita de cristianos convencidos y santos que le hablen de Dios y que, con su ejemplo, lo ayuden, como hijo pródigo, a retornar a los brazos fuertes y amorosos del Padre, para recibir el consuelo y fortaleza que hoy pide de distintas formas…

Necesita de María, nuestra Santa Madre. Necesita del Santo Rosario y de las gracias que puede obtener a través de él….

Oración
¡Llena eres de gracia, Virgen Madre de Dios! Por la infinita misericordia de Dios, y en previsión de los méritos de tu Hijo, fuiste preservada de toda culpa y resplandeces por la belleza de tus virtudes. Ruega al Señor por nosotros a fin de que, por el misterio de la muerte de tu Hijo, nos dé la gracia de un corazón arrepentido que reciba misericordia. Madre nuestra del Rosario, concédenos progresar en el camino de las virtudes para poder también nosotros ser presentados inmaculados en presencia de tu Hijo.

Cofradía del Rosario | San Luis

Oración para todos los días
¡Santísima Madre de Dios, Nuestra
Señora del Rosario! Humildemente
suplicamos tu auxilio para vivir en fidelidad a
la gracia de Dios. Ayúdanos a ser, según tu
ejemplo, tierra buena donde la semilla de la
Palabra de tu Hijo dé mucho fruto. Estas
gracias especialmente te pedimos, oh Madre
nuestra, que deseamos alcanzar por tu
intercesión.

En silencio cada uno expresa su petición.

Todo sea, Señora nuestra, para alabanza y
gloria de la Santísima Trinidad. Amén.

Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

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