El aislamiento social a causa de la pandemia de covid-19, la facilidad de los medios modernos de comunicación, el amor y la preocupación de los frailes por la vida de las monjas, nos ha llevado y permitido tener un encuentro muy enriquecedor, vía online, que quizás no hubiera sido posible en otro contexto. El encuentro fue el domingo 21 de junio y contó con la presencia de casi todas las hermanas: las comunidades de Mendoza, Catamarca, Lavalle, San Justo, Concepción, Córdoba, en Argentina y Linares, en Chile. Todo estuvo muy bien preparado y se vivió en un clima de oración, sencillez, fraternidad y con un gran espíritu religioso.
Si bien cada comunidad compartió sus vivencias desde sus propias peculiaridades de la incidencia de la pandemia, todas coincidimos en la importancia de nuestra misión orante en medio de una humanidad sufriente y la necesidad de volver los ojos al Señor, Dueño y Soberano de la creación en un camino de conversión constante.
También pudimos experimentar una vez más, la unidad entre nuestras comunidades, que siempre nos trasciende y alcanza su plenitud más allá de los límites de cada monasterio, en comunión con la Orden y con toda la Iglesia (Cf. Const., Cap. I, nn. 2 y 3).
La sorpresa de ver a nuestros hermanos formandos , nos ha colmado de alegría, bridándoles a ellos desde el inicio de su pertenencia a la Orden la conciencia del apoyo intercesor de las monjas a su vocación y misión apostólica, tal como quiso Santo Domingo.
Todas las monjas queremos agradecer al P. Juan José su interés, el habernos escuchado con tanta atención y dedicación; el iluminar la realidad que estamos viviendo a la luz de la Fe, el animarnos a interceder como nuestro Padre Santo Domingo por la salvación de nuestros prójimos; el impulsarnos a lo grande, a vivir en plenitud el carisma: la predicación y la oración apostólica.
No queremos de dejar de dar gracias al P. Gustavo Sanches, a todos los que han hecho posible este acontecimiento, que debe de haber puesto muy contento a nuestro Padre Domingo, ya que ha sido una experiencia de familia que nos ayuda a afianzar gozosamente nuestra identidad carismática.
El encuentro concluyó, si así se puede decir, con un bello canto a María, la Madre de la Orden de Predicadores, cantado por el P. Juan José Baldini , el P. Pablo Caronello y los formandos, mientras distintas imágenes veneradas en cada uno de los monasterio participantes, nos volvían la mirada a quien es vida, dulzura y esperanza nuestra. ¡Bellísimo!
¡Muchas gracias, hermanos!
