
Si estás considerando una vocación religiosa como sacerdote o como hermano, nuestros encuentros vocacionales “Vengan y Vean” son una ocasión sin compromisos para conocer cómo vivimos y rezamos los frailes dominicos. Es una oportunidad para rezar con nosotros, hablar y comer con los frailes y de tener charlas que ayuden al discernimiento de tu vocación. Para asistir es necesario contactarse con el Promotor de Vocaciones, fray Gonzalo Irungaray OP, a vocaciones@op.org.ar
“A donde Él vaya”
Nuestros votos
Un voto es una promesa deliberada y libre hecha a Dios acerca de un bien posible y mejor. En la vida religiosa el bien que se promete es el propuesto por Jesús en los consejos evangélicos: la castidad, la pobreza y la obediencia, lo cual supone también una gracia que Dios da para poder vivirlos. Por los votos el religioso se dispone con toda la tensión de su corazón a vivir y perseverar en el cumplimiento de estos consejos.
Así por la obediencia imitamos a Cristo sometido siempre a la voluntad del Padre para la vida del mundo, y de esta forma también nos unimos más estrechamente a la Iglesia a cuya edificación nos consagramos, bajo la dirección de un superior que con su ministerio humano es instrumento por el cual se expresa la voluntad de Dios. Así por la obediencia los frailes nos superamos a nosotros mismos para alcanzar aquella libertad que es propia de los hijos de Dios.
Por la castidad nos unimos más fácilmente a Dios con un corazón no dividido, y nos consagramos a Él con mayor intimidad, imitando la vida virginal de Cristo, y entregándonos totalmente a la Iglesia. Frutos de la castidad son la purificación del corazón, la libertad de espíritu y el fervor de la caridad.
Por la pobreza nos liberamos de la servidumbre, y más aún, de la preocupación por las cosas de este mundo para que nos unamos de una manera más completa al Señor, nos dediquemos a Él con mayor facilidad y hablemos de Él con mayor entereza. Por eso con la profesión prometemos a Dios no poseer nada con derecho de propiedad personal sino tenerlo todo en común, y usar de ello para el bien común de la Orden y de la Iglesia según disponga el superior.
Preguntas Frecuentes
Sobre la vocación
Principalmente en la relación personal con Dios, poniendo en práctica los medios para profundizar esa relación: la oración y los sacramentos (en particular la eucaristía y la reconciliación); y participando activamente en una comunidad eclesial; buscando acompañamiento espiritual para discernir los signos de Dios en la propia vida. También escuchando el llamado de Dios en la vida cotidiana, inclinando el oído del corazón para escuchar las cosas que nos solicitan y que nos alegran.
Hay tantas vocaciones como seres humanos, porque cada relación personal con Dios es única. Pero algunas tienen características en común en cuanto al modo, estilo o estado de vida que se adopta, y así se puede hablar de tres estados o estilos de vida: laical, religiosa y sacerdotal.
Los actos que realizamos habitualmente dan una determinada estabilidad y unidad a la propia vida. Así por ejemplo un estudiante es aquél que se dedica principalmente –aunque no exclusivamente- a estudiar, y un comerciante a la compraventa de bienes. De este modo, según aquello a lo que uno se dedique principalmente tendrá el estado de vida laical, sacerdotal o religioso.
Es un bautizado al que Dios llama al seguimiento de Cristo de modo que impregne toda su vida cotidiana (trabajo, matrimonio, familia, estudio, amistad, etc.) de Dios y el Evangelio. El fundamento de esta vida es el «sacerdocio común» de los fieles que se recibe por el bautismo, por el cual todo bautizado puede y debe ofrecer todas sus actividades y a sí mismo a Dios, como Jesús lo hizo en su vida.
Es un bautizado que recibe el sacramento del Orden –comúnmente llamado cura, sacerdote o padre- para estar al servicio de esta comunidad de fieles que es la Iglesia, colaborando con su obispo en la función de guiar, enseñar y santificar a los fieles por medio de los sacramentos. Un sacerdote ordenado es un mediador entre Dios y los hombres. Forman parte de lo que se llama clero secular.
Clero secular hace referencia al hecho de que los sacerdotes ordenados viven en el mundo, es decir, desarrollan sus tareas en parroquias dentro de un territorio asignado a un obispo y, ayudando a los fieles a santificarse, es decir, a vivir unidos a Dios en los acontecimientos cotidianos de la vida. Hacen promesa de obediencia a su obispo, de ser célibes, no viven en comunidad y conservan la propiedad de sus bienes.
Dios es Santo, por lo tanto ser santo significa llegar a ser como Él. En concreto ser santo es seguir a Cristo y configurar con él toda la vida, nuestro ser, pensamientos, sentimientos, actos, etc.