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La amada viña del Señor, que no da los frutos que se esperan de ella

4 de octubre de 2020
Is 5, 1-7 | Sal 79, 9. 12-16. 19-20 | Flp 4, 6-9

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según Mateo 21, 33-46

Querido hermano/amigo:

La paradoja de las lecturas de hoy es el inmenso amor y con el cariño que el labrador cuida de su viña y la ingratitud de esa viña que no da lo que se espera sino sólo frutos agrios y amargos, inservibles. Evidentemente esto es toda una alegoría, tanto del profeta Isaías en la primera lectura de hoy, como en el Evangelio donde Jesús nos propone la parábola de los viñadores homicidas.

El texto de Isaías (5, 1-7), muestras con elocuentes rasgos poéticos el desmesurado amor de Dios por su viña, que es el pueblo de Israel. Eso mismo se debe decir ahora de su santa Iglesia, que es el campo trabajado o arado por Dios, su Viña preferida, a la cual dedica tantos cuidados como el mejor agricultor y, sin embargo, al momento de la cosecha sólo encuentra agrios y desabridos frutos en vez de uvas admirables y hermosas. O sea, los frutos de las virtudes –amor, paz, fe, solidaridad, universalidad de la caridad, etc.-, no están, sino por el contrario reacciones violentas, infidelidades, no reconocimiento de las obras de Dios, rebeldía a los que él envía constantemente, atropellos y durísimas críticas a sus enviados, rechazo y condenaciones. Qué indecible dolor para Dios, ver que la respuesta a tanto amor no es correspondido. Cuando se ama mucho se sufre mucho. Si bien es cierto que Dios encuentra almas admirables, sencillas, plenas de fe y reconocimiento de Dios y enamoradas de él y de su enviado Jesús, sin embargo esas almas refulgentes, comparadas con la gran mayoría son pocas, muy pocas. Pero aunque sean pocas son un gran consuelo para Dios, pero su corazón de Padre espera que más y más almas se conviertan a él y vayan por el camino de la salvación eterna. Es como pasa con una madre o padre terrenos, por más que tengan varios hijos y la mayoría sean excelentes, si uno anda mal, por mal camino, es motivo suficiente para que sus buenos padres sufran más por ese hijo/a que la alegría que tienen por todos los otros que tan bien andan.

Por otro ladro, este primer domingo de octubre está destinado en varias diócesis de Argentina y del mundo entero, a la celebración de su Patrona, nuestra Señora del Rosario. Por eso y porque esta homilía proviene de los dominicos, Orden en la cual veneramos de modo especial a nuestra Madre del Rosario, y que la tradición; y, sobre todo numerosos Papas han atribuido el origen de la devoción del Santo Rosario a nuestro querido y grande padre santo Domingo de Guzmán, fundador de nuestra gloriosa Orden de Predicadores, por eso queremos en este domingo, hacer referencia a la Santísima Virgen como Nuestra Señor del Rosario. Por supuesto que todo el mundo sabe que la Santísima Virgen es una sola y única, que se muestra de incontables modos y devociones para expresar su insondable riqueza y amor. Cada rostro de María, cada devoción, es una muestra más de la hondura e inmensa expresión de la única Madre del único Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo.

Nuestra Señora del Rosario, no hace referencia al instrumento concreto de contar las avemarías, sino a la meditación de los misterios de la vida del Señor. Por eso María del Rosario es la Virgen contemplativa que nos muestra todos y cada uno de los misterios de la vida de Cristo que están contenidos en el Santo Rosario. La eficacia de esta oración es única, la profundidad es inabarcable, como son cada uno de los misterios de la vida del Señor. La que siempre ha pedido el rezo del Santo Rosario es María misma, por eso es que si nosotros amamos a María le debemos entregar lo que ella nos pide: el rezo del santo rosario. Pero bien hecho, no una repetición de oraciones sin atención y menos sin meditación de cada uno de los misterios que contemplamos. No disponemos de tiempo en este breve espacio de una homilía dominical, para explicar ni someramente la insondable riqueza y amor que por el Santo Rosario tiene el Pueblo de Dios en el mundo entero.

Quién una vez en su vida descubre lo que es el rosario no dejará nunca de rezarlo. Hoy más que nunca por el momento que está pasando la humanidad y nuestros países de América del Sur, estamos muy necesitados de rezar el rosario sin cansarnos y con mucha fe y confianza del poder intercesor de nuestra Madre ante su Hijo Divino y ante la Santísima Trinidad.

Nuestra Señora del Rosario, Madre Nuestra, intercede por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Fray Diego José Correa OP
Mendoza, Argentina

Imagen: Parábola de los viñadores homicidas | Artista: Domenico Fetti | Fecha: 1620 | Museo: Currier Museum of Art, Manchester, (Nuevo Hampshire).

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