La Corona de Adviento

Un Brote de Vida pequeño y frágil –como un recién nacido– que sin embargo tiene la fortaleza de la hoja perenne de un pino que no es vencida por las aguas torrenciales del invierno. Un brote de Vida, tierno e indefenso como un Niño, que nos habla y nos regala el perenne verdor de la vida de los hijos, de la Gracia, del Amor divino.

Según San Bernardo1, la profecía de la rama verde que brota del tronco muerto y caído, hace referencia a María y a Jesús. Sobre esa Rama verde reposará complacido el Espíritu Creador y en la noche de Navidad, de esa Rama verde brotará la Flor de Jesé… Esa Flor es Jesús2. Bernardo se extasiará ante esa Flor del campo y ese lirio de los valles que es Jesús y ante el brote siempre verde, siempre fresco, siempre bendecido por la Gracia, que es la Virgen, la Madre Virgen, María. Del corazón de esos pobres del Señor, de aquellos sufridos, mansos, de corazón roto, de aquellos que tienen sólo en Dios su Esperanza… de esos pequeñuelos, de esos pobres, de esa rama verde de los corazones fieles, será regalada al mundo la Flor de Jesé, el humilde lirio del campo, Jesús, la Flor de la Virgen Madre.

Esa Flor de Jesé, ese Lirio de los valles, esa escondida Flor del campo, reconducirá al corazón humano a la armonía con el Creador y con toda criatura. La Flor de Jesé será tronchada salvajemente en su Pasión, la blancura del lirio del campo se teñirá del color púrpura de la Sangre para regalar al mundo la reconciliación y la paz. El lirio púrpura del valle será arrancado voluntariamente en amor para que se acallen las armas homicidas del corazón humano y puedan juntos caminar hacia Belén todos, fieras y animales domésticos, los viejos junto con los niños, las doncellas y los jóvenes, los osos y los leopardos, los leones y las ovejitas, los pesados bueyes y los ágiles cervatillos, todos al encuentro de Aquel que es el Paraíso… el Paraíso que se nos abre en una Gruta, en la Gruta del pesebre, en el portalito de Belén3.

Dejémonos conducir en estos días en que preparamos el corazón para vivir no otra Navidad sino la única Navidad, la primera Navidad como dice bellamente el villancico The first Noel… Un Niño pequeño (Is 11, 6) quiere reconducirnos, un Niño de pecho quiere ser nuestro Pastor para llevarnos a esa paz que nos regaló haciéndose por nosotros: Él, la perenne Eternidad del Amor Divino, una frágil Flor, una tierna Flor que brota de la esperanza de un brote, de un ramo verde… ¡Qué respiremos en estos días el aroma espiritual de esa Flor de Jesús en donde reposa complacido la plenitud del Espíritu, la plenitud de la Gracia y la Verdad!

Fray Marco Antonio Foschiatti OP

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1 San Jerónimo en la Vulgata alude directamente a este renuevo de Jesé como una Flor nacida de la Virgen… la similitud entre virga et virgo es directa. Incluso la etimología de virgo viene de verdor en la lengua latina. Virgen es aquella que ha conservado su verdor intacto. De allí también la imagen de la zarza ardiente que no pierde su verdor para referirse a la Madre Virgen en los Padres de la Iglesia. San Jerónimo traduce así: “Et egredietur virga de radix Iesse, et Flos de radice eius ascendet…” Una flor ascenderá de su brote verde…así se debería traducir literalmente.

2 Creo que de la dulzura de amor divino, que destila todo el comentario bernardiano del Cantar de los Cantares, esta página es insuperable, incluso la expresión latina es de una prosa poética que supera la prosa musical de San Agustín. Se las transcribo: “Jesús es la Flor del campo. Él es la Flor del Jardín, engendrado virgen del retoño virgen. Es la Flor del campo, el mártir, la corona y el ejemplar de los mártires. Echado fuera de la ciudad, padeció fuera del campamento, elevado sobre el leño, hecho espectáculo e irrisión de todos. También es la Flor de la cámara nupcial, espejo y modelo de toda obra buena…Llévame en pos de ti y correremos atraídos por el aroma de tus perfumes: te seguiré a gusto y más gustosamente gozaré de Ti. Si eres tan bueno con los que Te siguen ¿qué serás con los que te consiguen? Yo soy la Flor del campo: el que me ama, salga al campo, no rehúse combatir conmigo y por Mi.” (In Cantica canticorum Sermón 47).

3 “Prepárate Belén, a todos se nos abre el Edén; exulta Efratá, porque en la gruta está por florecer del seno de la Virgen el árbol de la Vida. El seno de la Virgen se ha convertido en un jardín espiritual en el cual germina el fruto Divino, y nosotros comiéndolo tendremos la Vida y no moriremos ya como Adán. Cristo nace para elevar la imagen caída del hombre. Hoy la Virgen se dirige a la gruta para dar a luz al Inefable, al Verbo Eterno. Exulta, universo, al oír esta Buena Nueva: con los ángeles y los pastores glorifica al Dios Eterno que ha querido manifestarse como tierno niño”. (Troparios de la Liturgia Bizantina de Navidad atribuidos a San Gregorio de Nacianzo, el Teólogo).

Bendición en familia de la corona de Adviento

Reunida la familia, el padre o la madre dice:
V/ Nuestro auxilio es el nombre del Señor
R/ Que hizo el cielo y la tierra.

Oración de bendición
Oremos:
La tierra, Señor, se alegra en estos días, y tu Iglesia desborda de gozo ante tu Hijo, el Señor, que se avecina como luz esplendorosa, para iluminar a los que yacemos en las tinieblas de la ignorancia, del dolor y del pecado.
Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta corona con ramos del bosque y la ha adornado con luces.
Ahora, pues, que vamos a empezar el tiempo de preparación para la venida de tu Hijo, te pedimos, Señor, que, mientras se acrecienta cada día el esplendor de esta corona con nuevas luces, a nosotros nos ilumines con el esplendor de aquel que, por ser la luz del mundo, iluminará todas las oscuridades.
Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
R/ Amén

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