Monasterio Inmaculada Concepción
Familia Dominicana | Monjas contemplativas | Monasterio Inmaculada Concepción
Fundado el 04/09/1990. Erección: 18/06/1998
Saavedra Lamas 698 • T4146GTC – Concepción – Tucumán
Tel./Fax: (03865) 424 300 • E-mail: dominicasconcepcion@gmail.com
Comenzamos este simple relato de nuestra vida dominicana contemplativa desde 1990 en Concepción, provincia de Tucumán-Argentina, presentándonos, para que ubiquen las raíces de donde tomó vida y fuerza esta fundación que lleva ya doce años de existencia.
Fray José María Cabrera, o.p., joven fraile dominico destinado entonces a la comunidad de Predicadores de Tucumán, conocía los sinceros deseos de nuestra familia dominicana del Noroeste Argentino de tener un monasterio de monjas en su región, y después de algún tanteo infructuoso se decidió ofrecerle la fundación a Mons. Jorge Meinvielle, Obispo de Concepción, diócesis del sur tucumano. Aceptado muy gratamente este ofrecimiento, el Señor Obispo se puso en contacto con la Madre Federal de la Federación de la Inmaculada de Aragón-España; porque desde que Monseñor soñaba con la fundación de un monasterio en su diócesis (del que carecía), demostraba que lo quería de dominicas.
Resueltas las dificultades de personal que la Madre Federal le expuso por haberse hecho varias fundaciones recientes, el Consejo Federal, con la anuencia del Padre Asistente, aceptó la fundación y nombró a las cinco monjas que tenían que abrir el surco de esta prometedora esperanza. Cuatro eran argentinas provenientes de cada uno de los monasterios entonces existentes en la nación: Córdoba, San Justo-Bs. As., Mendoza y Catamarca; y una española del monasterio de Santa Catalina de Valencia.
El 4 de septiembre de 1990 fue el día fijado desde la eternidad por Dios para quedar la comunidad definitivamente implantada en la diócesis y, como aún no contaban con edificio propio, permanecieron en una casita-monasterio acondicionada con todo cariño por el Obispado, y situada en el centro de la ciudad.
El 15 de noviembre del mismo año el Obispo diocesano concelebró con todo el clero y frailes de la Orden una Misa solemne en la Catedral agradeciendo al Señor el don de la vida contemplativa en la diócesis.
Los cuatro años vividos en este ambiente de soledad y silencio fueron muy fructuosos para nuestras «fundadoras». Se formó la comunidad y crecieron los lazos espirituales y afectivos, la alegría y la esperanza que le han dado forma y permanecen vivos en nosotras. Mientras, se iba construyendo el nuevo monasterio que quedó habitable en 1994, y el 24 de marzo se trasladó definitivamente la comunidad a su nueva residencia rebosando gratitud a Dios que en su Providencia se sirvió de la Federación y otros bienhechores para hacerla posible.
Nuestro ideal es «vivir unánimes en el Señor, no teniendo más que un alma y un corazón en Dios», como rezan nuestras constituciones.
El 19 de noviembre del mismo año 1994 Monseñor Bernardo Witte, o.m.i., entonces Obispo de Concepción, bendijo la capilla y el monasterio, contando con la especial bendición del Santo Padre que en su mensaje nos invitaba y exhortaba «a seguir con renovado espíritu y entrega en su total consagración a Dios haciendo de la oración y el sacrificio una constante manifestación de amor esponsal del Señor…»
En el año 1998 el monasterio quedó canónicamente erigido, pero también en esta ocasión la vida se anticipó a los decretos pues el Señor bendijo a la comunidad con nuevas vocaciones que no dejan de llamar a la puerta del monasterio pidiendo ser admitidas. En 2000 se había triplicado la comunidad con jóvenes que buscan a Jesucristo en el silencio, la liturgia solemne, la oración, el estudio, la vida fraterna y el trabajo. Este último es variado, pues con él nos mantenemos y podemos ayudar a los que acuden a nuestro monasterio carentes de lo más elemental para vivir dignamente. Hacemos hostias, ornamentos, velas, restauración de imágenes y piezas de pesebres.
Esta es la vida sencilla de nuestro monasterio, por el que les rogamos una oración de acción de gracias a Dios por todos los que nos ayudan espiritual y materialmente, y por este pueblo de Concepción que nos acogió con cariño y nos sigue acompañando y valorando.
Mención especial merece la Hermandad Seglar Dominicana que ha crecido a la sombra del monasterio y con la que formamos una verdadera familia, y como colofón de nuestra plenitud dominicana el nombramiento de fray José María Rossi, o.p., como nuestro Obispo de Concepción.