Nuestra misión es la Predicación
La Orden de Predicadores es una familia religiosa fundada por Santo Domingo de Guzmán y confirmada por el Papa Honorio III en 1216. Nuestra Orden «se sabe que fue especialmente instituida desde el principio para la predicación y la salvación de las almas» (Constituciones primeras). Y así, desde hace más de 800 años, abrazando la pobreza y profesando una vida regular, seguimos caminando tras las huellas del Salvador, hablando con Dios o de Dios en nuestro interior y a nuestro prójimo (cf. Constituciones primeras).
Nuestro Santo Padre Domingo, que recibió de los grandes apóstoles Pedro y Pablo el encargo “Ve y predica”, fundó la Orden para asumir esta misión típicamente apostólica de predicar el Evangelio hasta los confines de la tierra. Esto lo recoge sucintamente nuestra Constitución Fundamental: “Y, puesto que nos hacemos partícipes de la misión de los Apóstoles, imitamos también su vida según el modo ideado por santo Domingo” (Constitución Fundamental, IV). Esto es, sin duda, lo que subyace a la devoción de la Orden a la Bienaventurada Virgen María bajo el título de “Reina de los Apóstoles” (cf. LCO 67 §2) y a la invocación de Santa María Magdalena, la Apóstol de los Apóstoles, como una de nuestras patronas (ACG 2022, 72).
La misión de predicación comienza en la comunidad conventual cuya principal expresión visible es el apostolado realizado en nuestros templos. Allí celebramos la liturgia de la Iglesia y nos encontramos con el Pueblo de Dios, especialmente con aquellos que comparten nuestra vocación. En torno a nuestros conventos surgen comunidades laicales que, de distintos modos, encuentran en la Orden su identidad y misión. Nuestro anuncio del Evangelio se hace fecundo en colegios e instituciones de educación superior; se comparte de diversos modos con la Familia Dominicana; se inserta en diversos servicios a las Iglesias locales al mismo tiempo que se nutre de ellas. Nuestra predicación se ve especialmente solicitada en estos tiempos por la evangelización del “continente digital” (cf. ACG 2019, 135) y por la diaconía de la misericordia (cf. Evangelii Gaudium, 193). Finalmente, siguiendo el mandato de Jesús (cf. Mt. 28, 19), nuestra misión itinerante va más allá de nuestros conventos a los lugares donde predicamos, pero no residimos (ACP 2023, 52).
¿Dónde estamos?
Los predicadores en el sur del continente americano, desde mediados del siglo XVI, hemos sido testigos de una larga trayectoria de reconfiguración que tuvo uno de sus momentos culminantes en el nacimiento de la Provincia de San Agustín el 14 de julio de 1724. Tal movimiento llega hasta nuestros días y, a partir de 2010, para responder con mayor fidelidad a su propia vocación, la Orden avanzó en la readaptación de sus estructuras. Teniendo en cuenta este marco, y buscando asegurar la predicación en Argentina y Chile, en 2016, obedientes al pedido del Maestro de la Orden, los frailes nos reunimos y caminamos juntos, conscientes de que el fin de la Orden y su modo de vida cuentan con la fuerza de su impulso en todos los tiempos (ACP 2023, 49).
La celebración de los 300 años de la creación de la Provincia de San Agustín nuevamente nos hace testigos maravillados y conmovidos de nuestra propia reedición, sabiendo que cuando el Señor viene hace nuevas todas las cosas (Ap. 21, 5). Esto es garantía de Su presencia que por la gracia nos transforma para confesar, una vez más, a nuestro Redentor y retomar la misión impulsados por la voz del que nos envía. Esta acción salvífica de Dios en nosotros y en nuestra historia es motivo de acción de gracias por la labor evangelizadora de tantas generaciones de frailes, monjas, religiosas y laicos pertenecientes a la Familia Dominicana, cuyo legado honramos con nuestra fidelidad creativa al anuncio de la Palabra en un contexto marcado por nuevos desafíos y expectativas sociales, económicos, culturales y eclesiales. Todo ello nos apremia a la predicación del Reino con una entrega más generosa, radical y esperanzada (ACP 2023, 50).