Video Novena 2021 L

Novena a N. P. Santo Domingo de Guzmán

Cuarto día

 

Por la señal de la santa Cruz , de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición:

Pésame, Dios mío, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí, pero mucho más me pesa porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como Vos. Antes querría haber muerto que haberos ofendido; y propongo firmemente no pecar más y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén.

Oración inicial:

Dios todopoderoso y clemente, que infundiste en tu Iglesia el Espíritu de Sabiduría, e inspiraste a muchos ir en buscar de la Verdad, que es tu Palabra, te damos gracias por suscitar a Santo Domingo de Guzmán como padre de gran número de fieles contemplativos y pregoneros de tu Evangelio.

Tú, viendo la gravedad de nuestros pecados y el andar vacilante de nuestras almas, enviaste a tu Hijo Jesucristo al mundo, y con su preciosísima sangre, nos libró de la condena del pecado y del dominio de la muerte, venciendo al príncipe de las tinieblas. Concédenos, Señor de toda bondad, ser absueltos de nuestras culpas con un corazón contrito y humillado, y, por intercesión de tu servidor Santo Domingo, ser firmes y constantes en el camino que conduce a tu santa morada, junto a María Virgen y todos tus santos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Del Beato Jordán de Sajonia:

“Aproximándose ya el tiempo en que debían encaminarse a Roma los obispos para celebrar el concilio de Letrán, se ofrecieron a fray Domingo dos hombres probos y hábiles de Tolosa. Uno fue fray Pedro Seila, más tarde prior de Limoges; el otro fue fray Tomás, muy gracioso y elocuente varón.
Fray Pedro entregó a fray Domingo y a sus compañeros unas grandes casas señoriales que tenía en Tolosa, cerca del castillo de Narbona. Desde entonces fijaron su residencia en Tolosa, viviendo en aquellas casas juntos todos los que le seguían, acostumbrándose a una vida más humilde y a conformarse con las costumbres de los religiosos”.

(Libellus de principiis Ordinis Praedicatorum; XXIII)

Reflexión del Siervo de Dios Jerónimo Savonarola:

“El bienaventurado Domingo era santo y era iluminado por su doctrina. Pero alguien podrá decir: ‹‹Yo me preparo para predicar santamente››. Hoy día nuestros sacerdotes quieren todos predicar, porque el oficio de predicador se tiene en gran honor, y para ello estudian sermonarios y otros libros para –dicen– con ello edificar al pueblo. Alguno quizá diga: al menos haré algún bien a la Iglesia. Pero ¿qué se dice en el texto de la Escritura a continuación?: ‹‹Durante su vida reparó la casa››. Pero es claro que la vida pecadora no es vida. Por tanto, se sobrentiende que se trata de su vida santa, o sea con su vida ejemplar […]

¡Qué glorioso era rodeado de su pueblo! (Si 50, 5). Se dice del bienaventurado Domingo que su trato siempre resultaba alegre y abierto, por lo cual era amado de todos con afecto profundo. Quiso, efectivamente, que sus conventos fueran edificados en las ciudades para tratar con todos y ser útil a todos; por eso gastaba el día con los hombres y la noche con Dios; por eso predicaba la caridad que dilata el corazón y lo hace todo fácil. Tu mandato, Señor, se dilata sin termino (Sal 118, 96). Correré por el camino de tus mandatos cuando me ensanches el corazón (Sal 118, 32); por eso cuando alguien le preguntó dónde encontraba explicaciones tan justas, él respondió: ‹‹En el libro de la caridad››”.

(Ed. D. Ferretti: Memorie Domenicane 27 1910, pp. 384-401)

Propósito de oración del día:

Oremos al Señor para que suscite santas y abundantes vocaciones a la vida religiosa mendicante y a la vida contemplativa de clausura; hombres y mujeres que, motivados por el ejemplo de Santo Domingo y el testimonio de los santos de la Orden, se animen a abandonarse a sí mismos y encuentren el sentido de sus vidas en Jesucristo, deseo de los eternos collados, y único camino al Padre.

En un momento de silencio, puede agregar una intención particular.

Padre nuestro, Ave María, Gloria.

Antífona a Santo Domingo:

V. Oh maravillosa esperanza para aquellos que lloraron por ti en la hora de tu muerte, prometiendo después de tu partida ser útiles a tus hermanos:
R. Cumple, oh padre, lo que has dicho, y ayúdanos con tus oraciones.

V. ¡Oh tú que brillaste ilustre por tantos milagros, forjado sobre los cuerpos de los enfermos!
R. Cumple, oh padre, lo que has dicho, y ayúdanos con tus oraciones.

V. Ruega por nosotros, ¡Oh Padre Santo Domingo!:
R. Para que seamos hechos dignos de las promesas de Cristo

Oración del Jubileo:

Oh Dios,
nuestro Creador, Redentor y Paráclito,
unidos en oración, te presentamos nuestra alabanza,
nuestra bendición y nuestra predicación.

Hace ochocientos años,
llamaste a santo Domingo
a entrar en la vida eterna
y a reunirse contigo en la mesa del cielo.

En la celebración de este Jubileo,
aliméntanos y llénanos de tu gracia
para que podamos realizar nuestra misión
de predicar el Evangelio para la salvación de las almas.

Ayúdanos a nutrir a tu pueblo
con tu Verdad, tu Misericordia y tu Amor,
hasta aquel día prometido
en que nos reunirás a todos, junto a los bienaventurados.

Te lo pedimos como Familia Dominicana,
por la intercesión de María,
en el nombre de Jesús.

Amén.

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Sobre el jubileo de Santo Domingo

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