Video Novena 2021 O

Novena a N. P. Santo Domingo de Guzmán

Séptimo día

 

Por la señal de la santa Cruz , de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición:

Pésame, Dios mío, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí, pero mucho más me pesa porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como Vos. Antes querría haber muerto que haberos ofendido; y propongo firmemente no pecar más y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén.

Oración inicial:

Dios todopoderoso y clemente, que infundiste en tu Iglesia el Espíritu de Sabiduría, e inspiraste a muchos ir en buscar de la Verdad, que es tu Palabra, te damos gracias por suscitar a Santo Domingo de Guzmán como padre de gran número de fieles contemplativos y pregoneros de tu Evangelio.

Tú, viendo la gravedad de nuestros pecados y el andar vacilante de nuestras almas, enviaste a tu Hijo Jesucristo al mundo, y con su preciosísima sangre, nos libró de la condena del pecado y del dominio de la muerte, venciendo al príncipe de las tinieblas. Concédenos, Señor de toda bondad, ser absueltos de nuestras culpas con un corazón contrito y humillado, y, por intercesión de tu servidor Santo Domingo, ser firmes y constantes en el camino que conduce a tu santa morada, junto a María Virgen y todos tus santos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Del Beato Jordán de Sajonia:

“El año del Señor 1220 se celebró en Bolonia el primer Capítulo general de la Orden, al que asistí personalmente, enviado de París con otros tres frailes. Porque el Maestro Santo Domingo en sus letras había ordenado que fueran enviados cuatro frailes de París al Capítulo de Bolonia. Cuando recibí el mandato de asistir, aún no llevaba dos meses en la Orden. En aquel Capítulo, por común acuerdo de los frailes, se estableció que los Capítulos generales se celebrasen un año en Bolonia y otro en París, quedando en que el año siguiente se celebrara en Bolonia. Se ordenó también que en lo sucesivo no tuviesen nuestros frailes posesiones o rentas y que renunciasen a las que tenían en tierras de Tolosa. Otras muchas cosas se determinaron allí, que hasta hoy se observan”

 (Libellus de principiis Ordinis Praedicatorum; LI)

Reflexión del Venerable Humberto de Romans:

“Con todo empeño, hermanos míos, haceos dignos de alabanza: siendo para Dios sinceros por la pureza y ante los hombres esclarecidos en el buen comportamiento. Sed siempre temerosos y devotos en vuestra vida. Buscad con solicitud lo que agrada a Dios y deseadlo y cumplidlo con fervor […]

Que Dios sea para vosotros gozo en el honor, consuelo en la amargura, defensa en la tribulación; y sea para vosotros Dios también, alimento en el ayuno, abundancia en la pobreza, en la enfermedad saludable medicina. Sea Dios el camino por donde caminéis, la fuente que os purifique, la llave que abra vuestros corazones a Dios y los cierre al mundo. Y si las fuerzas del cuerpo fallaren, no obstante, se avive siempre en vosotros el optimismo en obsequio al creador.

Amad lo que Dios ama y odiad solamente lo que Dios odia. En cuanto de vosotros depende esforzaos en conocer siempre la voluntad de Dios y amarlo con afecto. Buscad a Dios con diligencia, encontradlo con la sabiduría, agradadlo con el comportamiento, confiad en él esperándolo con perseverancia”.

(Opera de vita regulari, ed J.-J. Berthier, I, Romae 1888, pp. 29-32)

Propósito de oración del día:

Oremos por la Orden de Predicadores, para que nuestro Señor renueve en ella el celo por contemplar y anunciar la verdad a todos los pueblos; custodie el credo católico y guíe a los hombres a un encuentro personal con el Dios vivo. Pedimos también por el Maestro de la Orden, para que, a semejanza de Santo Domingo, dirija a sus hermanos en la predicación dominicana, los aliente a la vida comunitaria, anime a la observancia regular y el amor a los votos profesados, inspirando devoción a la Virgen María. Oremos por toda la Familia Dominicana, para que el Señor infunda en ella el Espíritu apostólico, y compartan con los hombres la alegría de Cristo Resucitado.

En un momento de silencio, puede agregar una intención particular.

Padre nuestro, Ave María, Gloria.

Antífona a Santo Domingo:

V. Oh maravillosa esperanza para aquellos que lloraron por ti en la hora de tu muerte, prometiendo después de tu partida ser útiles a tus hermanos:
R. Cumple, oh padre, lo que has dicho, y ayúdanos con tus oraciones.

V. ¡Oh tú que brillaste ilustre por tantos milagros, forjado sobre los cuerpos de los enfermos!
R. Cumple, oh padre, lo que has dicho, y ayúdanos con tus oraciones.

V. Ruega por nosotros, ¡Oh Padre Santo Domingo!:
R. Para que seamos hechos dignos de las promesas de Cristo

Oración del Jubileo:

Oh Dios,
nuestro Creador, Redentor y Paráclito,
unidos en oración, te presentamos nuestra alabanza,
nuestra bendición y nuestra predicación.

Hace ochocientos años,
llamaste a santo Domingo
a entrar en la vida eterna
y a reunirse contigo en la mesa del cielo.

En la celebración de este Jubileo,
aliméntanos y llénanos de tu gracia
para que podamos realizar nuestra misión
de predicar el Evangelio para la salvación de las almas.

Ayúdanos a nutrir a tu pueblo
con tu Verdad, tu Misericordia y tu Amor,
hasta aquel día prometido
en que nos reunirás a todos, junto a los bienaventurados.

Te lo pedimos como Familia Dominicana,
por la intercesión de María,
en el nombre de Jesús.

Amén.

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Sobre el jubileo de Santo Domingo

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