Nuestra Señora la Virgen del Rosario

Breve historia

 

Nuestra Orden, junto con toda la Iglesia, celebra en esta fiesta las maravillas obradas por Dios en favor de los hombres, en la contemplación devota de los misterios de la vida, pasión y resurrección de nuestro Salvador Jesucristo, con María, su Madre, que es para nosotros « ejemplo de meditación en las palabras de Cristo y de docilidad en la propia misión » (LCO, n. 67, § II). Estos tan grandes beneficios, reunidos en unidad se presentan en esta forma peculiar de oración que se llama usualmente « Rosario » y que, como es sabido, tuvo su principio y desarrollo en el ambiente de la vida y apostolado de nuestra Orden. El MO Humberto de Romans (+ 1277) tratando del modo de orar de los novicios de la Orden, dice expresamente: «En primer lugar el novicio después de los Maitines de la bienaventurada Virgen medite y considere con ardor los beneficios de Dios, a saber, sobre la encarnación, nacimiento, pasión y otras cosas en general… y después diga el Padrenuestro y el Dios te salve, María… Después de Completas recuerde los beneficios de Dios, de la forma indicada al principio de estos ‘ Modos de orar ’… y podrá también añadir Salve, Regina, etc. con otras antífonas y oraciones de la bienaventurada Virgen.» (Opera, II, p. 543) Entre los frailes de la Orden que tuvieron gran influjo en la difusión del rosario se debe enumerar ante todo al venerable Alano de la Roche (1428-1478) que definió su estructura y propagó su práctica de modo extraordinariamente eficaz. Asimismo las cofradías del rosario extendidas por todas partes por nuestros frailes constituyeron un modo eficaz de la difusión del rosario a partir de la primera cofradía fundada por el mismo fray Alano de la Roche en Douais (Francia) en 1470 y la celebérrima establecida en Colonia en 1476 por fray J. Sprenger, ya con aprobación Apostólica. El papa dominico san Pío V con la bula Consueverunt Romani Pontífices de 17 de diciembre de 1569, determina la forma definitiva del rosario actual y con una nueva bula Salvatoris Domini de 5 de marzo de 1572 instituye la fiesta litúrgica de la bienaventurada Virgen María de la Victoria, llamada poco después: Nuestra Señora la Virgen del Rosario, a celebrar el 7 de octubre, fecha de la victoria naval en Lepanto y que fue confirmada en la actual reforma litúrgica. Es tarea urgente de nuestra Orden, por lo mismo, seguir promoviendo esta forma de oración en nuestras propias comunidades y fomentar con celo apostólico su recitación entre los fieles, acomodando y acrecentando lo antiguo con lo nuevo. Porque la recitación del rosario « nos lleva a la contemplación del misterio de la salvación en el que María está íntimamente unida a la obra de su Hijo» (LCO, n. 67 § II) y es al mismo tiempo un medio eficacísimo de promover la fe y alimentar la vida cristiana del pueblo. Como escribió Pablo VI: «Esta corona de oraciones es como un compendio excelente del Evangelio y, por lo tanto, forma extraordinaria de la piedad de la Iglesia» (Exhort. Apost. Recurrens mensis October, 7-10-1969).

 

Liturgia de las Horas

 

Donde se celebra como solemnidad.

I Vísperas

Himno
El mensajero del cielo
los secretos de Dios dice;
“Llena de gracia” saluda
a la Virgen de Dios Madre.

María a Isabel visita,
que lleva a Juan en su seno,
y con saltos de alegría
a Cristo anunciaba el niño.

El Verbo que ante los siglos
dice la mente del Padre,
nace como débil niño
del seno de Madre y Virgen.

Legislador, la ley cumple
y en el templo es presentado;
redimido en pobre precio,
ya cual Redentor se ofrece.

Alegre la Madre encuentra
en el templo a su Hijo,
enseñando a mentes rudas
los secretos de su Padre.

A la Trinidad sea gloria,
y, a los que rezan a Dios,
meditando sus misterios,
él los premie con el cielo. Amén.

Salmodia
Ant. 1
El ángel Gabriel anunció a María, y concibió del Espíritu Santo.
Salmos y cántico del Común de la Virgen María.
Ant. 2
María entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Ant. 3 Dio a luz a su Hijo primogénito, y lo acostó en un pesebre.

Lectura breve
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para, rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.

Responsorio breve
V.
La Palabra se hizo carne * Y acampó entre nosotros.
R. La Palabra se hizo carne * Y acampó entre nosotros.
V. La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
R. Y acampó entre nosotros.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne * Y acampó entre nosotros.

Magnificat
Ant.
Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí.

Preces
Elevemos nuestras oraciones a Dios y confiados en la Virgen llena de gracia y Madre del Salvador digamos:

Escucha, Señor, la voz de quien entre todos más te agradó.

Dios de misericordia, que elegiste a María para ser la Madre del Salvador,
— concédenos querer y realizar siempre lo que sea conforme a tu voluntad.

El espíritu de María te alabó lleno de alegría,
— enséñanos también a darte gracias por los dones recibidos.

María, fecundada del Espíritu Santo, nos dio en nuestra carne a tu Hijo,
— daños que actuando según tu Espíritu produzcamos con abundancia sus frutos.

La Virgen Madre presentó en el templo al Redentor del mundo,
— haz que los redimidos de todos los pueblos se reúnan en el templo de tu gloria.

María después de tres días encontró en la casa del Padre a su Hijo perdido,
— haz, benigno, que todos nuestros familiares ya desaparecidos se reúnan de nuevo con nosotros en la casa eterna preparada para todos en el cielo.

Nuestra última súplica sea la que Cristo Jesús y la bienaventurada Virgen nos enseñaron al decir «Hágase» a la voluntad del Padre. Por tanto digamos: Padrenuestro.

Oración
Oh Dios, tu Unigénito nos consiguió el premio de la salvación eterna mediante su muerte y resurrección; te pedimos con humildad nos concedas que, recordando estos misterios con devoción en el rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos lo que contienen y consigamos lo que prometen. Por nuestro Señor Jesucristo.

Invitatorio

Ant. Alabemos al Señor al recordar los misterios de la salvación en el rosario de la bienaventurada Virgen María.
O bien, especialmente con canto: ant. Celebremos la fiesta de la bienaventurada Virgen María. * Adoremos a su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

Oficio de lectura

Himno
Ora el Redentor postrado
entre olivos en el huerto;
se entristece, teme, ansía,
gotas de sangre sudando.

Lo entrega traidor apóstol,
a sufrir Dios es llevado,
lo atan con duros cordeles,
es cruelmente flagelado.

Lo tratan cual rey de burla,
es de espinas coronado;
de vil púrpura lo visten,
con cetro de caña en la mano.

Tres veces la cruz pesada
por tierra desploma a Cristo,
la llevará jadeante
hasta la cima del monte.

Lo sujetan al madero,
inocente entre ladrones;
orando por sus verdugos,
el Espíritu da al Padre.

A la Trinidad sea gloria,
y, a los que rezan a Dios,
meditando sus misterios,
él los premie con el cielo. Amén.

Salmodia
Ant. 1
En medio de su angustia oraba con más insistencia y en el huerto le bajaba el sudor a goterones, como de sangre hasta el suelo.
Salmos del Común de la Virgen María.
Ant. 2 Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar.
Ant. 3 Llevó el imperio de la cruz sobre sus hombros: Dios reina desde el madero.

V. Dichosa tú, María, que has creído al Señor.
R. Porque lo que te ha dicho se cumplirá en ti.

Primera Lectura
De la Carta del apóstol san Pablo a los Gálatas                                                       3, 22-4, 7

Por la fe somos hijos y herederos de Dios

Hermanos: la Escritura presenta al mundo entero prisionero del pecado, para que lo prometido se dé por la fe en Jesucristo a todo el que cree. Antes de que llegara la fe, estábamos prisioneros, custodiados por la ley, esperando que la fe se revelase. Así la ley fue nuestro pedagogo hasta que llegara Cristo y Dios nos aceptara por la fe.

Una vez que la fe ha llegado, ya no estamos sometidos al pedagogo porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Los que os habéis incorporado a Cristo por el bautismo, os habéis revestido de Cristo. Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús. Y si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos de la promesa.

Quiero decir esto: mientras el heredero es menor de edad, en nada se diferencia de un esclavo, pues, aunque es dueño de todo, lo tiene bajo tutores y curadores hasta la fecha fijada por su padre. Igual nosotros, cuando éramos menores, estábamos esclavizados por lo elemental.

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá! (Padre). Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y, si eres hijo», eres también heredero por voluntad de Dios.

Responsorio
R.
Mirad, se cumplió el tiempo en el que Dios mandó a su Hijo a la tierra, nacido de la Virgen, nacido bajo la ley, * Para rescatar a los que estaban bajo la ley.
V. Pero Dios, rico en misericordia por el gran amor con que nos amó, mandó a su Hijo en una condición pecadora como la nuestra. * Para rescatar a los que estaban bajo la ley.

Segunda Lectura
De la Exposición sobre la salutación angélica de santo Tomás de Aquino, presbítero

(Ed. Rossi, Piacenza 1931 pp. 25-34)

María fue llena de gracia para desbordarla en todos los hombres

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres, etc. (Lc 1, 28) Este saludo está compuesto de tres partes. Una la hace el ángel: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres. La segunda parte la hace Isabel, madre de Juan el Bautista: ¡Bendito el fruto de tu vientre! (Lc 1, 42) La tercera parte la ha añadido la Iglesia, la palabra María. Pues el ángel no dijo: Alégrate, María, sino Alégrate, llena de gracia. Y este nombre María, como luego se aclarará, se relaciona muy bien con el anuncio del ángel.

En primer lugar se debe tener en cuenta que antiguamente era muy frecuente que los ángeles se aparecieran ante los hombres; y el hecho de que los hombres los reverenciaran era considerado como una gran alabanza para ellos. Por eso en alabanza de Abrahán se dice que recibió a los ángeles en su casa y les dio muestras de reverencia. (Gn 18) Lo que nunca se oyó antes es que el ángel muestre reverencia hacia el hombre, hasta cuando el ángel saluda reverentemente a la bienaventurada Virgen deciéndole: Ave: Alégrate.

El alma de María está llena de gracia de modo tal que desborda de su alma a su cuerpo. Ya es cosa grande que se dé tanta gracia en los santos para que su alma sea santificada; pero aquí se trata de que el alma de la bienaventurada Virgen está llena de modo tal que de ella rebosa la gracia a su carne hasta el punto de que de esta carne fuera engendrado el Hijo de Dios. Y por eso dice Hugo de san Victor: «Porque en su corazón ardía de modo tan singular el amor del Espíritu Santo, por ello hacía maravillas en su carne, de forma tal que de ella naciese Dios y hombre ya que: La criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo» (Mt 1, 20).

María fue llena de gracia para poder desbordarla en todos los hombres. Grande cosa es ya el hecho de que cada santo tenga tal grado de gracia que le baste para su salvación; mucho más es ya tener tal grado de gracia que sea suficiente para la salvación de muchos; pero todavía mucho más es tener la gracia en proporción tal que sea suficiente para la salvación de todos los hombres del mundo; esto es ya lo máximo y esto es justamente lo que se dio en Cristo y en la bienaventurada Virgen María. Efectivamente, tú puedes obtener la salvación en todo peligro mediante la misma Virgen sagrada. Por eso se dice: Mil escudos penden de ella, (Ct 4, 4) es decir, mil remedios contra los peligros. Asimismo puedes tenerla como ayuda en cualquier obra virtuosa. Por eso ella misma dice: En mí toda esperanza de vida y de fuerza. (Si 24, 25 Vulgata) Por tanto está llena de gracia y supera en su misma plenitud de gracia a los ángeles. Y es por esto por lo que muy propiamente se llama María, que se interpreta como iluminada en sí misma: Llenaré tu alma de esplendor (Is 58, 11 Vulgata) y a la vez iluminadora de los demás, de todo el mundo, por eso se la compara con el sol y la luna.

La frase: El Señor está contigo es la expresión más noble que se le pudo decir a María. Justamente, por tanto, el ángel reverencia a la Virgen bienaventurada, ya que es Madre del Señor y por lo tanto también Señora. Por lo que también por esto le conviene el nombre de María, que en lengua siriaca se interpreta como Señora.

María sobrepasa a los ángeles en pureza, pues la bienaventurada Virgen no sólo fue pura en sí misma, sino que también procuró la pureza a otros. Ella fue purísima tanto respecto a la culpa, ya que no incurrió en pecado, ni original, ni mortal, ni venial, como asimismo en cuanto a la pena. Por lo tanto fue inmune de toda maldición y por lo mismo: Bendita entre las mujeres, porque solamente ella alejó la maldición y acarreó la bendición y abrió las puertas del paraíso. Y por eso le es propio el nombre de María, que también se interpreta como Estrella del mar, ya que del mismo modo que los navegantes se orientan hacia el puerto mediante una estrella del mar, así los cristianos por medio de María son llevados hacia la gloria.

Responsorio
R.
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. * El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
V. ¿Cómo será eso, pues no conozco varón? El ángel le contestó. * El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.

Otra:
De un Discurso a los dominicos sobre el rosario del VIO fray Aniceto Fernández

(Roma, 12 julio 1963, en ASOP 36, 1963, pp. 304-306)

El apostolado de los dominicos por medio del rosario

Sois frailes Predicadores. Sois promotores del rosario. Especialmente por este segundo motivo os preside hoy aquí el Maestro de la Orden. Por tanto considerando ante todo vuestra peculiar tarea, me ha parecido oportuno proponeros algunas consideraciones sobre el rosario para recordarlas, aconsejarlas, o confirmarlas.

Han pasado ya cuatro siglos desde que la devoción del rosario se hizo verdaderamente católica, no sólo porque se difundió por todas las partes de la tierra y es apta para todos, sino, sobre todo, porque entonces fue revestida de la autoridad de la Iglesia. Si bien la Sede Apostólica siempre ha aprobado con total generosidad esta devoción, no se la reservó para sí misma, ni se la encomendó a algunos otros, sino que total y únicamente se la confió a la Orden de Predicadores para que fuese conservada y propagada del modo más apto y más seguro. Por tanto se nos ha confiado un empeño de mucha trascendencia y al que la Iglesia ha dado gran importancia. Dado que el rosario ha sido encomendado a la Orden por manos de la Virgen María, y por voluntad de los Romanos Pontífices con una decisión especial en cuanto a su jurisdicción y predicación, tenemos que estar muy atentos a no defraudar esta gran esperanza que la Iglesia puso en nosotros y debemos buscar con ahínco que esta devoción crezca cada vez más para el bien común de la misma Iglesia.

En segundo lugar y muy relacionado con lo anterior se debe notar que el rosario parece haber sido y haberse considerado como el principal modo de oración en toda la Iglesia, después solamente de la oración litúrgica. Pero también conviene tener en cuenta que la sagrada liturgia, por tantos y diversos motivos, no siempre y en todas partes está al alcance ni de los simples fieles, ni siquiera, a veces, de los mismos ministros; por el contrario, el rosario por su misma naturaleza da la posibilidad de orar a cualquier hora y en todas partes, tanto a los ignorantes como a los sabios, tanto a los seglares como a los ministros. Y esto lo hace de un modo adecuado y perfecto: adecuado, ya que se puede rezar siempre, y perfecto, pues es una oración completamente evangélica, tanto en su contenido como en el modo de recitarlo. Por tanto, si se exceptúa la oración litúrgica, no se conoce ninguna otra forma de oración que la aventaje y por ello mismo debe ser también mantenida con más insistencia y más propagada que cualquiera otra.

Siendo, por tanto, el rosario una forma adecuada y perfecta de orar, se sigue —en tercer lugar— que debe ser predicada con todas las fuerzas y que, además, da una serie de medios excelentes para el mismo trabajo apostólico en todo lugar y tiempo.

Nuestro apostolado dominicano, que es mariano, debe identificarse con el apostolado del rosario en dos formas, que son de gran actualidad y aceptación.

El primero se llama apostolado rosariano dentro de las familias. La familia cristiana es la célula vital del Cuerpo místico y por la gracia del sacramento del matrimonio se hace partícipe de la unidad y santidad de la misma Iglesia. Por lo tanto el rosario debe ser un medio eficacísimo para conservar la unidad y la santidad de las familias.

El segundo aspecto es su valor pedagógico, ya que la corona de los misterios de María en el rosario es un compendio de toda la catequesis cristiana, o de la teología dogmática, o de la moral, o de la espiritual. Por lo mismo esta devoción debe ser inculcada especialmente a los niños, como medio aptísimo para recordar y fomentar las virtudes que han aprendido en la catequesis. A esta admirable finalidad responde perfectamente el apostolado llamado « Rosario Viviente » entre los niños. Esta forma puede considerarse como un noviciado o aprendizaje para recordar la fe, para aprender a orar y para un mayor desarrollo posteriormente de la práctica del rosario.

Si consideramos la predicación del rosario bajo el aspecto de apostolado dominicano, esta predicación deberá revestir el mismo carácter de todo nuestro apostolado, es decir: no sólo es de predicación oral, sino que debe usar de todos los medios que sean sabiamente adecuados a este fin. Si miramos a nuestros días la predicación del rosario ha tenido un considerable progreso e incremento por el uso de los medios de comunicación, especialmente de la radio y televisión. Es una forma que ayuda a los fieles y que los fieles siguen con gran atención y gran consuelo. Verdaderamente con estos medios técnicos podría llegarse a actuar una como unión universal del rosario y en una súplica, meditación y catequesis universales.

Es indudable que, para que en nuestros días el rosario sea recibido y sea ejercitado, debe presentarse en una forma que responda a la piedad y deseos de los cristianos de hoy. Sabemos que el rosario tiene ciertamente un sacrosanto patrimonio de la tradición, no sólo porque está avalado por una fuerte tradición, sino sobre todo porque siempre ha sido considerado como modelo óptimo de oración. Por tanto ha de mantenerse lo que la tradición y la Iglesia han confirmado, incluso en su aspecto externo, y quizá el hacer profundos cambios en este aspecto acarreará más detrimento que incremento, ya que cuanto más universal es una forma de devoción, tanto más peligro corre si se la altera profundamente. Además, dado que tan a menudo el rosario se recita comunitariamente, es necesario que conserve una cierta uniformidad jurídica y estable. Y es claro también, que sólo la Iglesia puede cambiar su forma actual. Sin embargo, dado que por su misma naturaleza requiere sólo la recitación de algunas plegarias con la meditación de algún misterio de nuestro Señor Jesucristo, o de la bienaventurada Virgen María, no se ve dificultad alguna para que en privado se conceda mayor libertad en cuanto a la duración de la consideración en meditación de cada misterio.

Una última consideración y de la máxima importancia es la necesidad de la organización actual de la devoción del rosario que supere incluso las mismas cofradías, ya que también fuera de nuestra Orden se ejerce un admirable apostolado de devoción rosariana. Esto es para nosotros un importantísimo compromiso que la Iglesia nos ha confiado. Se debe crear una organización internacional que recoja las organizaciones nacionales y fortalezca y perfeccione esta comunión.

Todos comprendéis que la predicación y el apostolado del rosario favorecen y defiende la unidad y la calidad del apostolado dominicano. Esto es lo que hemos heredado y lo que debe ocuparnos en torno al venerable patrimonio de la devoción al santísimo rosario. Recemos para que del mismo modo que por la mediación orante de la Virgen María fue encomendada a la Orden la devoción del rosario, siga siempre floreciendo mediante la Orden de Predicadores. Sea todo en alabanza y honra de la Virgen Madre de Dios, de quien tuvo origen nuestro apostolado del rosario, para que sea ella quien lo lleve a consumación.

Responsorio
R.
Verdaderamente bendita tú entre las mujeres pues has cambiado en bendición la maldición de Eva. * Por medio de ti ha brillado para los hombres la bendición de Dios.
V. Te bendecirán en todas las tiendas de Judá y todos los pueblos que escuchen tu fama alabarán al Dios de Israel. * Por medio de ti ha brillado para los hombres la bendición de Dios.

Te Deum
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:
Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
Santo Espíritu de amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.
Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.
Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.
Tú vendrás algún día,
como juez universal.
Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.
Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor,
guardamos de pecado en este día.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.

Laudes

Himno
Victorioso de la muerte,
del infierno vuelve Cristo;
roto el lazo del pecado,
abre la puerta del cielo.

Visto ya por los mortales,
sube a la mansión del cielo,
y a la derecha del Padre
recibe su misma gloria.

Cumple luego su promesa
y al Consolador envía;
los discípulos se alegran
llenos de su amor y fuego.

María es subida al cielo,
libre del peso del cuerpo,
entre cantos jubilosos
de los angélicos coros.

La Madre en el cielo luce
corona de doce estrellas;
en trono junto a su Hijo
es Reina del universo.

A la Trinidad sea gloria,
y, a los que rezan a Dios,
meditando sus misterios,
él los premie con el cielo. Amén.

Salmodia
Ant. 1
Alégrate, Virgen Madre, aleluya: el Señor resucitó del sepulcro, aleluya.
Se toma la salmodia de Laudes del domingo de la semana primera.
Ant. 2
Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar, aleluya.
Ant. 3 María ha sido llevada al cielo, se alegran los ángeles, bendicen con alabanzas al Señor, aleluya.

Lectura breve
Cristo, a pesar de su condición divina no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre- sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble, en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: «¡Jesucristo es Señor!», para gloria de Dios Padre.

Responsorio breve
V.
Alégrate, María, * El Señor está contigo.
R. Alégrate, María, * El Señor está contigo.
V. Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
R. El Señor está contigo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Alégrate, María, * El Señor está contigo.

Benedictus
Ant.
Madre dichosa, Virgen intacta. Reina gloriosa del mundo, que cuantos celebramos la solemnidad de tu sacratísimo rosario sintamos todos tu ayuda.

Preces
Con la Reina del cielo digamos con alegría:

Tú, Cristo, eres el Rey de la gloria.

Te alabamos, Cristo, que eres el primer resucitado de entre los muertos,
— porque nos sacaste del poder de las tinieblas, te damos gracias.

A ti, Rey de la gloria, que pusiste al lado del Padre la debilidad de nuestra naturaleza humana.
— porque nos hiciste partícipes de tu divinidad y de la gloria futura, te damos gloria.

Tú que mandaste el Espíritu prometido sobre los discípulos unidos con María en oración,
— fortalece continuamente a la Iglesia, extendida por la fuerza de este Espíritu.

Tú que llevaste a tu Madre en cuerpo y alma contigo al cielo,
— haz que siempre busquemos y gustemos las cosas de allá arriba.

Concluyamos nuestra oración matinal con la misma plegaria que Cristo nos dio y que concluye la oración de la Iglesia: Padre nuestro.

Oración
Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz, y con la intercesión de la Virgen María, a la gloria de la resurrección. Por el mismo Jesucristo tu Hijo que vive.

Hora media

Salmos del día de la semana. Si se celebra como solemnidad, salmos de la salmodia complementaria.

Sexta

Ant. Dijo el Señor a su Madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre.
O bien, especialmente con canto: ant. Venid, subamos al monte del Señor y mirad, fijaos: ¿Hay dolor como mi dolor?

Lectura breve
Me alegro de sufrir por vosotros: así completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado ministro, asignándome la tarea de anunciaros a vosotros el mensaje completo.

V. Estaba en pie la santa Madre María.
R. Junto a la cruz de Jesús.

La oración como en Laudes.

II Vísperas

Himno
Te cantamos, Madre y Virgen,
cuando con gozo te alegras
cuando en el dolor te afliges;
cuando te visten de gloria.

Salve, rebosas de gozo:
cuando a tu Hijo concibes,
llevas, pares, das y hallas;
Madre y Virgen tan dichosa.

Salve, en tu corazón sufres:
de tu Hijo la agonía,
azotes, espinas y cruz:
de mártires eres reina.

Salve, en los triunfos de tu Hijo
del Paráclito en el fuego;
brillas de luz y de gloria
como Reina de los cielos.

Vengan las gentes y arranquen
las rosas de estos misterios,
haced guirnalda a María,
Madre del amor hermoso.

A la Trinidad sea gloria,
y, a los que rezan a Dios,
meditando sus misterios,
él los premie con el cielo. Amén.

Salmodia
Ant. 1
La Virgen María ha sido elevada sobre los coros de los ángeles y en su cabeza hay una corona de doce estrellas. Aleluya.
Salmos del Común de la Virgen María.
Ant. 2
Tú eres la mujer a quien Dios ha bendecido y por ti hemos recibido el fruto de la vida.
Ant. 3 Madre dichosa. Virgen intacta, Reina gloriosa del mundo, intercede en favor nuestro ante el Señor.

Lectura breve
Después de subir Jesús al cielo, los apóstoles se volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado. Llegados a casa, subieron a la sala donde se alojaban. Todos ellos se dedicaban a la oración en común, junto con algunas mujeres, entre ellas María, la Madre de Jesús, y con sus hermanos.

Responsorio breve
V.
Santa Madre de Dios, * María siempre Virgen.
R. Santa Madre de Dios, * María siempre Virgen.
V. Intercede en favor nuestro ante Dios nuestro Señor.
R. María siempre Virgen.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Santa Madre de Dios, * María siempre Virgen.

Magnificat
Ant.
Y María dijo: Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.
O bien, especialmente con canto: ant. María conservaba estas cosas, meditándolas en su corazón.

Preces
Recordando los primeros momentos de nuestra redención, elevemos con María nuestra madre estas súplicas vespertinas a Dios nuestro Padre diciendo:

Escucha, Padre eterno, la voz de María a quien tú predestinaste.

Tú que hiciste a la Virgen María dócil a tu palabra,
— te pedimos nos hagas discípulos perfectos de tu Hijo.

Tú que mandaste el Espíritu santo para que la Virgen concibiera y diera al mundo a tu Hijo,
— concédenos por su intercesión que nosotros demos frutos óptimos de este mismo Espíritu.

Tú que le diste a María fortaleza al pie de la cruz y la colmaste de gozo en la resurrección de su Hijo,
— ayúdanos por sus plegarias en los momentos de dificultad y fortalece nuestra esperanza.

Concédenos por su intercesión que quienes hemos conocido la encamación de tu Hijo,
— merezcamos llegar por su pasión y cruz a la gloria de la resurrección.

Tú que coronaste a María como Reina gloriosa en el cielo,
— lleva a la compañía de María y de los santos a los que ya han dejado este mundo.

Roguemos ahora a Dios como Cristo nos ha enseñado pidiéndole que lo sintamos siempre como Padre, tanto cuando estemos llenos de gozo, como cuando estemos destrozados por el dolor: Padre nuestro.

Oración
Oh Dios, tu Unigénito, mediante su muerte y resurrección nos consiguió el premio de la salvación eterna; te pedimos con humildad nos concedas que, recordando con devoción estos misterios en el rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos lo que contienen y consigamos los que prometen. Por nuestro Señor Jesucristo.

Bendición final
El Dios que quiso en su benignidad redimir al género humano con la maternidad de la Virgen María, quiera ahora enriqueceros de su bendición.
R. Amén.

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