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“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza”.

Asunción de la Virgen María

 

15 de agosto de 2021
Ap 11, 19a.12,1-6a.10ab | Sal 44, 10.11.12ab.16 | 1Co 15, 20-27a

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Lucas 1, 39-56

La Asunción de la Santísima Virgen María es la exaltación de la primicia de la Iglesia, el cumplimiento de la promesa hecha por Nuestro Señor, de la resurrección de los muertos y la vida eterna en presencia de Dios.

En la visión de Juan en el Apocalipsis, se nos da a conocer las maravillas que Dios ha dispuesto para la plenitud de los tiempos. Una creatura, una mujer, la Nueva Eva, quizás también figura de la Iglesia, es elevada y exaltada a los cielos. Sus vestidos, brillantes como el sol, como en la Transfiguración del Señor. Vemos la luna, la que no brilla con luz propia, a sus pies. Una corona de doce estrellas, signo de la victoria prometida al que gana la competencia, una corona no de laurel sino de apóstoles, adorna su frente. Y si está en cinta, y a punto de dar a luz, ya se prevé una victoria sobre la muerte. El tentador no tiene verdadero poder sobre ella. Es llevada al lugar preparado por Dios. Una de las moradas, que el Señor se adeltantó a preparar, el lugar designado por Dios desde la creación del mundo.

Para san Pablo, después de la resurrección de Cristo, le seguirán, también a la Vida Eterna aquellos que estén unidos a él. La Santísima Virgen María, estuvo unida a él desde su Concepción Gloriosa, y durante toda su vida terrena, en su Pasión y Cruz. En la vida resucitada, tiene pues, un lugar privilegiado, según el orden que le corresponde… “Una es la gloria del Sol, y otra cosa el esplendor de la luna, y de las estrellas”.

El cántico del Magníficat, se hace eco, pero por anticipado, de la exaltación que Dios hace de su humilde Sierva. Y si su espíritu se goza en la Voluntad de Dios, no deja de ser sincera: “Me llamarán feliz, bienaventurada, todas las generaciones”.

La Santísima Virgen María, primicia de la Nueva Creación, Morada y Arca de la Nueva Alianza, Madre de Nuestro Señor Jesucristo, la Sierva Humilde del Señor, la Bienaventurada, ha sido exaltada a los cielos, y colocada en el lugar preparado por Dios para los que están unidos a Él. Y si Dios ha hecho grandes cosas nosotros, digamos con María… “Su nombre es Santo”.

Desde la Eternidad, María intercede por nosotros. Si en la Encarnación y Nacimiento de Nuestro Señor, María es mediadora entre Dios y la humanidad, dándole carne al Hijo de Dios, ya Exaltada, en el cielo, es mediadora de la gracia, tanto cuanto se puede en su naturaleza creada. Asunta a los cielos, engalanada con el sol, con el resplandor de la luna, adornada con los apóstoles, María Santísima es depositaria de un tesoro de gracia. Y si se sabe amada por Dios, y amada por los hombres, por la Iglesia, cumple su misión de amar a la Iglesia, a los hombres, que necesitan de la misericordia divina.

Acudamos a la Santísima Virgen María. Hoy, que celebramos su Asunción gloriosa al final de su vida terrena, ella no nos abandona, y nos muestra, con su propia exaltación, la corona de victoria que nos espera si perseveramos en el servicio de Dios con fidelidad y amor.

Fray Ángel Edmundo Benavides Hilgert OP

Imagen: Assumption | Autor: Giuseppe Craffonara | Fecha: 1830 | Ubicación: Iglesia de Maria Asunta, Riva del Garda (Italy).

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