San José: un modelo de virtudes

Testimonio de una monja contemplativa sobre la devoción a San José

 

En primer lugar, yo quería compartir con ustedes, las virtudes o rasgos que más me llegan de este gran santo. Creo que lo que más me impacta es su profunda intimidad con Jesús y María: una vida compartida las 24 horas del día con la cercanía más estrecha que se pueda imaginar. Podía percibir las más íntimas miradas, palabras, suspiros, gestos y acciones de estos dos seres, los más grandes que han existido sobre la tierra. Era testigo de sus menores actos y podía comprenderlos desde una perspectiva que ningún otro ser humano lo hizo. Su corazón palpitaba al unísono con el de ellos: compartía sus alegrías, tristezas, temores, gozos y angustias. Vivían una misma vida. Es por ello que su vida era una permanente oración, o sea , diálogo con Jesús y María.

Después, me impresiona que esta sublime santidad, más alta que la de cualquier otro ser humano después de Jesús y María, la vivió en el marco de las apariencias más ordinarias, cotidianas, vulgares, tan semejantes a las nuestras: nada de éxtasis, ni milagros, ni grandes penitencias, ni hechos extraordinarios, ni provocaba grandes conversiones. Totalmente desapercibido: la vida seguía igual a su alrededor en Nazareth. Su trabajo: el más sencillo, rudo, monótono, si se quiere: nada espectacular.

También me llama la atención su profundo silencio: el Evangelio no menciona ni una palabra suya. Su obediencia pronta a la voz del Ángel y su absoluto abandono y confianza en la Providencia en las difíciles circunstancias que le tocó vivir (cuando se encontró ante el inesperado e inexplicable embarazo de su Esposa, cuando no encontraban albergue donde naciera el Niño, en la huída a Egipto, etc.).

Podría, además, mencionar su castidad tan particular, viviendo con María un matrimonio virginal, cosa inusual en ese entonces y aún ahora. Su pobreza, compartiendo la de Jesús y María, trabajando, del alba a la noche, para sustentarlos.

Creo que éstas son las virtudes que más me llegan de él. Y por último, comentar una experiencia personal, aunque no puedo descender a detalles, en la cual creo que recibí una gran gracia de él. Hace unos 20 años me tocó pasar por una disyuntiva vocacional muy difícil, en la cual estaba en peligro mi vocación. Aparentemente, no le veía solución humana y en ese momento resolví encomendarme a él, recordando, cómo cuándo descubrió el embarazo de María, le tocó vivir esa gran perplejidad, en la cual tampoco él veía ninguna solución posible. Para mí fue un momento muy oscuro, que duró unos meses, y constantemente me encomendaba a él. Gracias a Dios y, según creo, a la intercesión de San José, todo se solucionó favorablemente para mi vocación, de manera que yo no lo hubiera podido imaginar. No fue la única vez que recibí gracias de este gran santo, pero sí la que más recuerdo.

Por eso me alegro de la celebración de este Jubileo y espero para mí y para toda la Iglesia que se derramarán abundantísimas gracias. En especial pido santidad y vocaciones para nuestras comunidades. Por todo esto quería compartir esto con ustedes.

Con todo cariño en Jesús, María y José,

Sor María Gabriela de Jesús OP
Comunidad de Santa Catalina de Siena de San Justo

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